Este miércoles, al término de , el Papa Benedicto XVI quiso proponer el ejemplo de santa Maria Goretti, cuya memoria litúrgica se celebró este martes 6 de julio, en su tradicional saludo a los enfermos, a los jóvenes y a los recién casados.

 

Esta santa italiana, afirmó el Papa a los presentes, «aun jovencísima, supo demostrar fuerza y valor contra el mal».

 

«La invoco – dijo el Papa – por vosotros, queridos jóvenes, para que os ayude a elegir siempre el bien, aun cuando cuesta; por vosotros, queridos enfermos, para que os sostenga en soportar los sufrimientos de cada día; y por vosotros, queridos recién casados, para que vuestro amor sea siempre fiel y esté lleno de respeto recíproco».

 

Nacida en Corinaldo (en la región italiana de las Marcas) el 16 de octubre de 1890, de una familia de campesinos pobres pero honrados y religiosos, María Goretti transcurrió su infancia en Nettuno, donde está considerada de la juventud; ayudaba a la madre en las labores domésticas y era asidua en la oración.

 

El 6 de julio de 1902, un muchacho de veinte años llamado Alessandro Serenelli intentó abusar de ella. Frente a la fuerte resistencia de la niña, Alessandro le propinó 14 cuchilladas.

 

Según el testimonio del propio agresor, María prefirió ser bárbaramente asesinada que perder su pureza, cultivada como una flor intacta y defendida con gran valor.

 

El agresor fue encerrado en la cárcel siciliana de Noto, donde permaneció quince años, y donde tuvo lugar su conversión.

 

En la celda 45, donde actualmente se encuentra una capilla, María Goretti se apareció en sueños a Alessandro: estaba vestida de blanco y recogía lirios blancos que, puestos en las manos de su asesino, se transformaban en luces encendidas parecidas a velas.

 

Alessandro Serenelli cumplió su pena y, a su salida de la cárcel, se retiró a un convento de los frailes menores para terminar allí su vida.

 

María Goretti fue proclamada beata como mártir de la fe el 27 de abril de 1947 por Pío XII, el mismo que el 24 de junio de 1950 la proclamó santa en la plaza de san Pedro, en presencia, entre muchos miles de fieles, de la anciana madre Assunta y de su asesino.