Faltan algo más de 400 días para que Madrid se llene de casi dos millones de jóvenes venidos de todo el mundo con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ). Las redes sociales de internet echan humo con mensajes, fotos y vídeos del evento.

El director de marketing de la Jornada, Gabriel González-Andrío, ha explicado a La Razón que estas campañas «cuentan siempre con la opinión de los jóvenes voluntarios que son sus protagonistas. Son ellos quienes invitan a otros jóvenes». Para González-Andrío, «ésta es una gran fiesta» –descrita así por Benedicto XVI– y que «la mejor promoción para la JMJ es hacerse voluntario y colaborar –aunque sea a distancia– en dar a conocer la Jornada entre sus coetáneos».

En este sentido, por ejemplo, la diócesis de Jaén ya desarrolla un detallado plan de comunicación para que ningún jienense se quede sin saber qué es la JMJ. Para ello, al igual que muchas otras diócesis, ha abierto perfiles y páginas en redes sociales como Facebook, Tuenti o Twitter con el objetivo de anunciar y resolver dudas sobre la JMJ. También es reseñable la iniciativa del arzobispado de Pamplona-Tudela, que desde hace dos años promociona la JMJ en institutos públicos y colegios concertados de Navarra, algo que se refleja en «Dos o más» (www.dosomas.org), una plataforma de evangelización escolar. En Ciudad Real ya han puesto en marcha «321voluntarios», una iniciativa que pretende conseguir el mayor número de personas posible que ayuden en la diócesis durante los días previos a la visita de Benedicto XVI, en los que se acogerá a jóvenes de los cinco continentes.


Además de los españoles, miles de jóvenes de diversos rincones de todo el mundo no se quieren perder el evento. Es el caso de Denis, un joven de León (Nicaragua) quien, junto a sus amigos, los domingos después de misa vende bocadillos, arroz o pollo a los feligreses. Animados por un sacerdote, también han grabado discos con canciones cristianas que venden a amigos y conocidos. Pero la ambición de estos jóvenes no se queda ahí y ya han enviado cartas a empresas locales para solicitar apoyo, ya sea dinero u objetos que les sirvan para hacer alguna rifa. Los 2.000 euros que les cuesta el viaje es, para ellos, una cifra astronómica.

José Ignacio vive en San Cristóbal (Venezuela) y explica que en su país «algunos universitarios lidian con sus horarios para trabajar por la tarde-noche y recaudar algunos fondos». Erick estudia en la Universidad Católica de Honduras. Comenta que «nos estamos preparando haciendo muchas actividades como vender comida, lavar coches y todo lo que pueda generar fondos para poder asistir el próximo año a Madrid», todo ello con apoyo total de la Universidad.