En la mañana de este sábado 7 de noviembre la basílica de la Sagrada Familia de Barcelona ha acogido la beatificación del joven mártir Joan Roig Diggle, asesinado en la madrugada del 12 de septiembre de 1936 por milicias anarquistas de Santa Coloma de Gramanet que fueron a buscarlo a su casa en El Masnou, por petición de un vecino comunista.
Joan recibió 5 tiros en el pecho y uno de gracia en la nuca. Tenía 19 años. Joan, que escondía la Eucaristía en su cuarto, pudo tomarla antes de que se le llevaran. Semanas antes, unos milicianos habían quemado la iglesia del pueblo. Desde los asesinatos de varios clérigos en Asturias en 1934 Joan había reflexionado mucho sobre los mártires y la violencia social.
Este sábado el cardenal Omella ha presidido la ceremonia de beatificación, acompañado de 14 obispos y cerca de 580 asistentes (limitados por las normas contra el coronavirus), con familiares del beato, autoridades y miembros de la Asociación de Amigos de Joan Roig i Diggle. Ha coincidido con los 10 años de la dedicación al culto de la basílica de la Sagrada Familia por Benedicto XVI.
Joan Roig era un joven apasionado por la evangelización de los alejados, pero también por la cuestión social, sobre la que escribió varias veces a partir de los 17 años.
El cardenal Omella lo recordó en su homilía, explicando que “Joan era un joven normal, con los gustos y aficiones propias de su edad”, que “desde pequeño tenía la ilusión de ser un sacerdote enamorado de la Eucaristía y apóstol de los obreros. Quería estar con ellos para conocerlos, quererlos y para llevarles la Buena Nueva de Cristo”.
Un joven que fue a la vez burgués, estudiante y obrero de fábrica
Durante su infancia, la familia de Joan era burguesa razonablemente acomodada. Su padre, catalán, tenía un pequeño negocio textil. Su madre, inglesa aunque había nacido en Barcelona y siempre vivió en Cataluña, era de una familia bienestante. Pero cuando Joan entró en la adolescencia, la crisis del textil, y más en concreto a partir de 1934 unas deudas por avales, hundieron la economía familiar. Los Roig Diggle se mudaron a El Masnou, donde podían vivir con más austeridad. Tenían la playa a cinco calles de distancia. Cada día rezaban el rosario, alternando el inglés, el español y el catalán.
Para apoyar la difícil economía familiar, hacia los 16 años, Joan primero trabajó 2 años de dependiente en una tienda de ropa, y después de obrero en una fábrica textil de Barcelona, todo sin dejar de estudiar por su cuenta desde casa, con el objetivo de llegar a ser quizá abogado, porque estaba muy interesado en temas de doctrina social y laboral. Era, por lo tanto, estudiante y obrero de fábrica.
Iba a misa diaria muy temprano de madrugada en El Masnou y luego en tren recorría los 17 km hasta Barcelona para entrar en la fábrica de Can Font, en el barrio de Poble Sec. Solía santiguarse al entrar en el vagón de tercera, con otros obreros, y sus compañeros -la mayoría de ellos alejados de la fe- conocían su firme religiosidad.
Orador apasionado interesado en la doctrina social
Joan tenía varias responsabilidades en la Federación de Jóvenes Cristianos de Cataluña, un movimiento nacido en 1930, que en 1936, justo antes de empezar las persecuciones, contaba con unos 14.000 afiliados de 15 a 35 años y 8.000 niños de 10 a 14. No sólo tenía a su cargos una veintena de niños (que se llamaban "vanguardistas" y le recuerdan con afecto y por su devoción eucarística) sino que le encargaban realizar predicaciones para otros jóvenes, a veces sobre temas de doctrina social, otras veces sobre temas de devoción y piedad.
Joan es recordado como un orador apasionado, que se movía por el escenario agitando las manos con emoción, cosa no muy frecuente en la época. Explicó a su hermana que las primeras charlas que dio las preparó mucho, pero pronto empezó a dejar los papeles a un lado, rezando al Espíritu Santo y dejando que Él le inspirara.
En las publicaciones de la Federación de Jóvenes Cristianos (Flama, o el boletín de su grupo local, Mar Blava) escribió en varias ocasiones sobre temas de doctrina social, que conocía a partir de las encíclicas papales. En aquella época no había las facilidades de hoy para documentarse (ni DoCat ni YouCat ni Compendio de Doctrina Social), pero, por otra parte, los documentos papales sobre la cuestión social no eran tantos en esa época y a ellos acudía Joan. Se basaba sobre todo en la Rerum Novarum de León XIII (de 1892) y la Quadragesimo Anno de Pío XI (de 1931).
10 enseñanzas sociales del mártir Joan Roig Diggle
Recogemos aquí 10 de sus enseñanzas sociales, recordando que las escribió entre 1934 y 1936, que tenía entre 17 y 19 años y que no era historiador ni estudiante aún de ninguna carrera universitaria, sino un joven obrero apasionado por la evangelización de los obreros y la justicia social, que escribió justo antes de empezar la Guerra Civil española.
1. El ejemplo de la esclavitud
"Para abolir la esclavitud, por ejemplo, la Iglesia no procedió como Espartaco, capitaneando una revuelta violenta, sino que fue transformando, siglo tras siglo, el corazón de los señores con la difusión diaria de su doctrina de fraternidad, y la esclavitud cayó ella sola cuando la sociedad se hizo suficientemente cristiana como para que aquella injusticia repugnara a la nueva constitución de los espíritus".
2. No a la revolución; sí a la rectificación del espíritu
"El tumulto externo compromete la eficacia de las grandes reformas; enturbia los espíritus les da el gusto al desorden que hace imposible el arreglo de toda mejora y apasiona a los hombres, impulsándolos hacia las exageraciones comprometedoras de las grandes ideas de justicia; la Iglesia conocer esto por instinto divino y por experiencia humana, y por eso prefiere trabajar silenciosamente en la rectificación de los espíritus con la que se consiguen todas las ventajas de la revolución, evitando todas las desventajas".
3. Que los socialistas mediten un poquito...
"[La Iglesia arma] los espíritus con la doctrina de la igualdad de todos los hombres delante de Dios y de la dignidad natural, y sobrenatural, de la persona humana, que no consiste en la riqueza, ni en la cultura, ni en la influencia social, sino en el hecho de ser hijo de Dios, alta categoría sagrada, rica en los derechos más augustos y exigentes, que nuestros socialistas harían bien en meditar un poquito".
4. Es normal que la Iglesia reciba críticas de unos y otros
"La Iglesia elabora su doctrina social sin afán de popularidad y exponiéndose a las críticas de unos y de otros y esperando tranquilamente con la fe del que tiene toda la certeza y con las esperanza del que tiene todo el tiempo, que los programas inspirados en la ambición o el odio vayan desinflándose de su popularidad, poniendo cordura aquel carácter objetivo que da la experiencia de la vida".
5. La eficacia verdadera no es inmediata ni popular
"La Iglesia deja a otros el papel de agitador, de leader de masas, de luchador contra unos hombres o unas clases, exponiéndose a una impopularidad momentánea, abnegación indispensable a toda persona o institución que aspirar a la mejora de la sociedad sinceramente y de buena fe. Los que la critican porque no actúa ni hace de revolucionaria, además de olvidar su misión substancial que abarca a todos los hombres, ignoran su amor a la eficacia verdadera, que no es "nunca" la inmediata".
6. Las nacionalidades y la Iglesia: que busquen el reino de Dios
"En el problema de las nacionalidades no hay que esperar que la Iglesia haga ninguna revolución, ni provoque ningún alzamiento, ni tan siquiera que riña con los hombres por una cuestión que, a fin de cuentas, es puramente terrena. Pero, dentro de su peculiar competencia, la Iglesia siempre ha sostenido la teoría y la práctica del derecho que cada pueblo tiene a cultivar su lengua mientras él así lo ha querido. La Iglesia hace todo lo que esté en su mano para favorecer a los pueblos desgraciados, da el ejemplo y da la idea. Lo demás no es cosa suya, sino añadidura que la naturaleza, instrumento de la Providencia, dará a los pueblos que buscan primero el reino de Dios y su justicia".
7. Las masas desconocen la doctrina social católica... que no es utópica
"Hemos de reconocer que las masas aun no conocen la sociología cristiana. Es necesario, pues, ahora más que nunca, que lleguen a conocerla. Si en lo más íntimo de la voluntad popular se manifiesta este deseo de renovación y de justicia social, es muy lógico que al encontrar la única y verdadera justicia social las únicas normas y leyes de proceso social que pueden ser íntegramente llevadas a la práctica, porque no son utópicas, las masas se adherirán y harán suyas estas doctrinas y estos programas. Y es lógico también que si es menester que se conozca la doctrina social católica hay que hacer propaganda práctica, que consiste en ver plasmadas en la realidad lo que hasta ahora sólo han sido palabras".
8. Si algo bueno tiene el socialismo...
"Si algo bueno tiene el socialismo es lo que ha aprendido de la sociología cristiana. Esto tendrá, por tanto, en el socialismo, algunos puntos de contacto. Uno de los medios de propaganda de nuestra doctrina social será, pues, hacer ver claro lo que de bueno pueda haber en la propaganda, los programas y la legislación social que nos espera. Lo malo, por sí solo, se descartará". [Escrito en marzo de 1936, antes de la Guerra Civil]
9. Qué hacer ante la anti-patria y el comunismo
Frente a la Patria Roja, frente a la patria comunista, delante del monstruo de la revolución, delante de la anti-patria, mostrémonos firmes y valientes, y demos a los hombres aquella paz, aquella justicia, aquel amor que buscan con tanta ansia y que no son capaces de encontrar. Es menester predicar, propagar y hacer conocer la doctrina social de la Iglesia.
10. Los cristianos que desacreditan la doctrina social cristiana
"¡Ay de aquel que, diciéndose cristiano, ataque o desacredite la propaganda social cristiana! ¡Ay de aquel que pudiendo practicar la doctrina social cristiana no lo haga! Que si las palabras del Divino Maestro, aquel que no está conmigo está contra Mí, suenan como terrible sentencia a los oídos de aquellos que conscientes de su catolicismo colaboraron al triunfo de las fuerzas revolucionarias, tanto más serán terribles para los que descuidan sus deberes sociales y cristianos".
(Estos textos se pueden encontrar en su biografía en editorial San Pablo, Joan Roig i Diggle: Dios está conmigo, de Carla Vilallonga)