La irrupción de la Policía belga el jueves en el palacio de la archidiócesis de Malinas-Bruselas, que dejó dos tumbas de cardenales profanadas, ha provocado un gran enfado en la Santa Sede. Tras publicar el viernes una nota de protesta, el secretario de Estado vaticano, el cardenal Tarcisio Bertone, afirmó ayer que no existen precedentes a la actuación de la autoridades belgas «ni siquiera en los antiguos regímenes comunistas».
Bertone, que participaba en un convenio en la universidad Lumsa en Roma, consideró que el episcopado belga había sufrido «un secuestro» por parte de los agentes cuando, en el transcurso de su investigación sobre los casos de abusos sexuales a menores cometidos por religiosos, irrumpieron en el palacio de la archidiócesis de Malinas-Bruselas, donde el episcopado mantenía su reunión mensual.
«Más allá de la condena a la pedofilia, se trata de un hecho inaudito y grave secuestrar durante nueve horas a los obispos e impedirles comer y beber» durante ese tiempo, insistió el secretario de Estado vaticano.
Uno de los miembros de la Conferencia Episcopal Belga (CEB) que de manera más gráfica explicó cómo había sido el registro de la Policía fue el arzobispo de Malinas-Bruselas, Andre-Joseph Léonard: «Todo esto me parece más propio de una novela», declaró, tachando la actuación de las autoridades de «desproporcionada» y «excesiva». Y es que los agentes mantuvieron el jueves a los obispos aislados durante 9 horas, requisándoles además los teléfonos móviles y numerosos documentos.
Durante el registro del palacio de la archidiócesis de Malinas-Bruselas y de la catedral próxima, la Policía llegó incluso a perforar las tumbas de dos cardenales, Jozef-Ernest Van Roey y Léon-Joseph Suenens, para introducir cámaras de vídeo en su interior y comprobar si dentro había documentos relacionados con los casos de abusos sexuales a niños y adolescentes cometidos por eclesiásticos belgas. Las pesquisas, como podía esperarse, no dieron resultado alguno.
La Fiscalía reconoció ayer que no halló ningún documento en la catedral y que se había llevado 475 expedientes, ordenadores y numerosos CD y DVD del palacio de Malinas y de otros edificios de la Iglesia belga, como la residencia del ex presidente de la CEB, el cardenal Godfried Danneels, ya retirado.
«Avvenire», el diario de la Conferencia Episcopal Italiana (CEI), dedicó ayer un duro artículo de crítica a la actuación de la Policía con los obispos belgas que irrumpieron en el palacio de la archidiócesis de Malinas: «No está en discusión lo lícito de las investigaciones ni la necesidad de llegar a una verdad, si es que los abusos se produjeron, pero en la violación de las tumbas de dos arzobispos de la diócesis de Malinas-Bruselas se ve algo que va más allá de la legítima exigencia de justicia», escribe el diario «Avvenire», el diario más leído en el Vaticano junto a «L’Osservatore Romano».
La autora del artículo, Marina Corradi, considera que las autoridades registraron la cripta de la catedral «como si fuera el corazón de una organización criminal». Estas maneras por parte de la Policía tienen un «valor simbólico», como si hubiera ganas de «atacar a toda la Iglesia en su totalidad». Incluso el nombre de la investigación, «operación Iglesia», escribe el periódico de la CEI, muestra que no se persigue a los culpables, sino a la Iglesia en general.
«De otra manera no se explica la brutalidad y la vistosidad buscada de esta incursión. Es como si se hubiese querido golpear en el corazón», concluye en su artículo Marina Corradi.