Ni crimen pasional ni desequilibrio psíquico ni terrorismo islámico: los obispos de Turquía sospechan que detrás del asesinato del obispo Luigi Padovese el pasado 3 de junio en Iskenderun hay «grupos nostálgicos, quizá anarquistas, que quieren desestabilizar al Gobierno», especialmente para evitar la entrada de Turquía en la Unión Europea, según declaró a la agencia AsiaNews el arzobispo latino de Esmirna, el italiano Ruggero Franceschini.
«Después de matar al obispo, el joven Murat Altun gritó: “¡He matado al Gran Satán, Alá akbar!”. Pero eso es muy extraño», afirma Franceschini. «Conozco a Murat desde hace diez años, yo fui quien lo tomé para trabajar en la Iglesia, y nunca se expresó así. No era musulmán practicante, era un joven de cultura cristiana, aunque no fuese cristiano. Ni él ni su padre eran enemigos nuestros». De hecho, el padre del asesino también trabajó durante años para la Iglesia católica.
«En mi opinión, lo utilizaron, fue una herramienta en manos de otros. El uso de ritual islámico sirve para distraer, para hacer creer que la causa es religiosa, no política», afirma el arzobispo de Esmirna. Para él, detrás del asesinato en realidad hay «grupos nostálgicos, quizá anarquistas, que quieren desestabilizar al Gobierno».
Más aún, «dentro de los motivos de este asesinato cuidadosamente estudiado está el deseo de algunos sectores de la sociedad turca de no unirnos a Europa, de que no haya cambios».
El arzobispo, por el contrario, tiene la esperanza de que esta muerte «en vez de alejarnos, nos acerque a Europa». Franceschini afirma, además, que no cree «en la mentira piadosa y rápida de que Murat era enfermo mental o adicto. Ni una cosa ni la otra. Días antes intentó hacerse pasar por loco, pero los doctores le dijeron que volviese a casa porque estaba cuerdo.
Supongo que tenía buenos abogados como consejeros, para prepararse y asegurarse de que estas coartadas, si le condenaban, le consiguieran una sentencia de pocos años».
Por su parte, el periodista y vaticanista italiano Antonio Gaspari recuerda en la agencia Zenit que «las autoridades turcas no tenían interés en la muerte del obispo, porque tienen necesidad de buenas relaciones con la Santa Sede para entrar en Europa y garantizar buenas relaciones con las naciones occidentales».