Criado en la Unión Soviética comunista, Yurko Kolasa no supo nada de la fe católica hasta bien entrada su adolescencia. Cuando la Iglesia greco-católica pasó de un ambiente clandestino a ser una práctica abierta y una religión respetada en Ucrania, a este futuro sacerdote se le abrió el mundo.

En la actualidad, el padre Kolasa es el prefecto del programa de formación para sacerdotes, seminaristas y religiosos en el Instituto Teológico Internacional de Viena.

También es un sacerdote casado de la Iglesia greco-católica de rito oriental y padre de cua tro hijos.

Él habla del programa de preparación al matrimonio que ha desarrollado y de cómo ha influido de manera positiva en la tasa de éxito matrimonial en Ucrania.

Rápidamente se está convirtiendo en el prototipo de programa de preparación matrimonial en varias diócesis de la Europa del Este.

- Usted afirma que aceptó las ideas del comunismo hasta que tuvo 15 años. ¿Qué le hizo alejarse de esa ideología y volverse a las verdades de la fe católica?

Padre Kolasa: La mayoría de mis familiares eran muy activos en el partido comunista. Como chico no supe nada de la persecución a la Iglesia grego-católica en la Unión Soviética.

No fue hasta 1989, cuando la Iglesia griega fue legalizada, que empecé a tener conocimiento de los miles y miles de mártires de esta Iglesia grego-catól ica: obispo, clero, monjes y laicos.

Fue la autenticidad de su fe la que cambió radicalmente mi vida. Estaba impactado por el hecho de que hubiera tanta gente que se resistiera a comprometerse con el régimen opresor de ese momento y superara los mayores desafíos morales del siglo XX: la supresión de la libertad dada por Dios y de la dignidad humana por el totalitarismo ideológico.

Ellos dieron el testimonio más fuerte de su fe: su sangre.

- A pesar de los esfuerzos del Gobierno para acabar con el cristianismo, la fe de la gente prevaleció. ¿Puede describir cómo la gente continuó practicando, o al menos manteniendo, su fe en esas condiciones?

Padre Kolasa: A finales de 1947, hombres y mujeres religiosos, fieles laicos y centenares de sacerdotes que rehusaron “convertirse” a la ortodoxia, a menudo con sus cónyuges e hijos, fueron arrestados y enviados a campos de trabajo, donde soportaron privaciones terribles.

Las parroquias en las que el pastor había sido arrestado se convirtieron en la columna vertebral del underground.

Los fieles cantaban fuera de las iglesias cerradas o celebraban el culto en iglesias no registradas por el régimen.

Los sacerdotes que habían evitado ser arrestados intentaban hacer visitas pastorales a esas comunidades clandestinas.

Las monjas mantenían el contacto entre los sacerdotes y el laicado, impulsando servicios religiosos secretos y catequizando a los niños.

Con la muerte de Stalin en marzo de 1953, a muchos sacerdotes que sobrevivieron a los campos se les permitió volver a casa, donde a menudo reanudaron sus actividades pastorales.

Los sacerdotes celebraban los sacramentos en bosques o en apartamentos privados, tarde por la noche o pronto por la mañana, además de sus trabajos legales. A veces eran capturados y condenados de nuevo.

Hasta que salió de la clandestinidad en 1989, la Iglesia ucraniana greco-católica era la Iglesia ilegal más amplia del mundo. También era la red más extensa de oposición civil en la Unión Soviética.

A pesar de la implacable persecución, la vida de la Iglesia continuó a través de un elaborado sistema de seminarios, monasterios, ministros, parroquias y grupos juveniles clandestinos, hasta que fue legalizada el 1 de diciembre de 1989.

- Usted es sacerdote greco-católico, está casado y tiene cuatro hijos. Para los que no están familiarizados con la tradición del clero casado en los ritos católicos orientales, ¿podría explicar cómo se produjo esta diferencia en la tradición?

Padre Kolasa: La tradición del clero casado viene de los tiempos apostólicos. En los primeros años de la Iglesia, algunos hombres casados fueron incluso consagrados obispos.

La Iglesia oriental siempre ha seguido la posibilidad de que hombres casados fueran ordenados para el sacerdocio.

Tenga en cuenta que ningún sacerdote soltero en la Iglesia se ha casado nunca; sólo ha habido ejemplos de hombres casados que después han sido ordenados.

La Iglesia occidental ha querido la disciplina de ordenar sólo hombres que no están casados, excepto para algunos protestantes que han entrado a la Iglesia en los últimos años.

Yo siempre he tenido un gran respeto y una alta estima por los sacerdotes no casados y siempre intento animarles a valorar y proteger el don que han recibido.

San Pablo en 1 Corintios 7,7 dice: “Mi deseo sería que todos los hombres fueran como yo; mas cada cual tiene de Dios su gracia particular: unos de una manera, otros de otra”.

- Usted fue ordenado en 2001. Al aproximarse su décimo aniversario como sacerdote, ¿podría compartir con nosotros algunas reflexiones sobre su vocación, y sobre cómo ha cambiado su vida desde su ordenación?

Padre Kolasa: Una de las experiencias más fuertes de ser sacerdote es ser testigo directo del tremendo poder de los santos sacramentos, y saber que, tan indigno como soy, Dios me está usando como canal de su infinito amor divino.

Nunca olvidaré ese momento de mi vida en que, tras un día largo y agotador de cumplir diferentes tareas en la parroquia, me llamaron para dar la unción de enfermos a un hombre muy enfermo.

Cuando llegué, el pobre hombre estaba en un terrible dolor. Todo su cuerpo estaba atrapado en una convulsión.

Intenté comunicarme con él, pero no respondía. No sé si llegó a escucharme o verme. Empec&eac ute; a rezar las oraciones del rito de la unción de enfermos.

Todo ese rato, las convulsiones sólo se incrementaron. En el momento en que acabé con la palabra Amén, su cuerpo de repente descansó. Sus ojos estaban cerrados. Todavía respiraba.

Yo le dije a su hermana que se mantuviera junto a mí, que rezáramos juntos y diéramos gracias a Dios por su misericordia.

Cuando empezamos a recitar el Padrenuestro, el hombre abrió los ojos suavemente; nos miró a su hermana y a mí y me sonrió con la sonrisa más feliz y pacífica. Entonces cerró sus ojos y respiró por última vez.

En ese momento, no podía parar de dar gracias a Dios por salvar su alma y por el regalo del sacerdocio.

- Usted ha desarrollado un programa de preparación al matrimonio que ha sido bien recibido en su nativa Ucrania. ¿Podría hablarnos del programa y de lo que cree que ha sido la clave de su éxito?

Padre Kolasa: Nuestra experiencia en Ucrania mostró que los jóvenes de hoy están muy sedientos de verdad. Sólo cuando encuentran la verdad, sus vidas empiezan a cambiar.

Otro aspecto importante es el desarrollo del cuidado pastoral de las familias cristianas jóvenes. Todo programa de preparación al matrimonio debe verse en relación con el cuidado pastoral de las familias jóvenes.

Puede decirse que la calidad de la preparación al matrimonio depende de la continuidad.

Así, sólo unos meses después de mi graduación en el Instituto Teológico Internacional (2001), Su Eminencia el cardenal Huzar me pidió que me encargara de la Comisión Arquidiocesana de Matrimonio y Familia en Lviv.

En tres cortos años, la comisión ha creado trece cent ros de preparación al matrimonio, ha publicado un manual de preparación al matrimonio y ha preparado a más de tres mil parejas para el matrimonio.

Cada año, más de 1.500 parejas participan en este programa. También se ha usado como modelo para otras diócesis de la Iglesia ucraniana greco-católica.

Es interesante destacar que las cuestiones pro-vida y matrimoniales nos han dado una oportunidad para encontrar un punto de unión con la Iglesia ortodoxa.

Algunos sacerdotes ortodoxos también han recomendado el uso del manual greco-católico de preparación al matrimonio en sus parroquias.

Este trabajo de la Iglesia ha afectado también las estadísticas estatales, con un resultado destacable.

En el año 2000, la tasa de divorcio en la región de Lviv era del 54%. Desde el momento en que la Iglesia empezó a implementar el programa de preparación al matrimonio, la situación mejoró.

En Ucrania, las parejas jóvenes son las más propensas a divorciarse, pero en los últimos cuatro años, la tasa de divorcio en la región de Lviv ha descendido al 40%.

En las regiones del este y el sur de Ucrania donde el programa no se implementó, la tasa de divorcio estaba en el 80%.

También desde el año 2004 hasta el momento presente, la ciudad de Lviv tiene la mayor tasa de natalidad.

En 2006, el programa fue puesto en conocimiento de los oficiales del Estado como una vía para superar la crisis familiar en Ucrania.

En enero de 2007, un equipo de laicos empezó un programa piloto para el Estado en Kiev, la capital de Ucrania, en una de las oficinas estatales para el registro matrimonial.

El programa desarrollado por el Estado es diferente del programa utilizado en la Iglesia, pero tambi&é e;n tiene el objetivo de proclamar la verdad sobre la persona humana, el amor genuino y Dios.

En enero de 2008, tras examinar el programa gubernamental durante un año y entrevistar a jóvenes parejas que habían participado en la preparación matrimonial, los oficiales del Estado decidieron que el programa debería continuar e implantarse en toda la ciudad de Kiev.

Ahora hay siete centros de preparación matrimonial en la capital de Ucrania que preparan a parejas que se casan fuera de la Iglesia. Si va bien, podría aprobarse para todo el país.

También hemos creado una red para ayudar a las parejas durante los primeros años de su matrimonio y a través de su vida matrimonial conjunta.

Nos hemos dado cuenta de que la preparación al matrimonio debe ir siempre acompañada del cuidado pastoral de las familias.

Unas 300 parejas que pasaron por el programa son aho ra también voluntarios activos, y ayudan a otras parejas a preparar su matrimonio. Esto ha mejorado considerablemente la situación con las familias en nuestra diócesis.


La Iglesia greco-católica rumana está usando ahora el curso como base de su programa de preparación al matrimonio.

Y el año pasado, el obispo austriaco encargado del matrimonio y la familia, monseñor Klaus Küng, me pidió que ayudara a establecer un programa similar para Austria. Este programa se está extendiendo ahora por las parroquias de Austria.