Más de un millar de artistas y representantes del mundo de la cultura se hicieron presentes en el Centro Cultural de Belén, en Lisboa, en el marco de la segunda jornada de la visita del Papa Benedicto XVI a Portugal con ocasión del décimo aniversario de la beatificación de los «pastorcitos» de Fátima.
Ante ellos ha denunciado la «crisis de la verdad» que se manifiesta en el «“conflicto” entre la tradición y el presente» y ha exhortado a los cristianos a ofrecer sin temores el servicio de la proclamación de la Verdad pues «sólo ésta puede orientar y trazar el rumbo de una existencia lograda, como individuo o como pueblo».
Ante ellos ha denunciado la «crisis de la verdad» que se manifiesta en el «“conflicto” entre la tradición y el presente» y ha exhortado a los cristianos a ofrecer sin temores el servicio de la proclamación de la Verdad pues «sólo ésta puede orientar y trazar el rumbo de una existencia lograda, como individuo o como pueblo».
«De hecho, un pueblo que deja de saber cuál es su propia verdad, acaba perdiéndose en el laberinto del tiempo y de la historia, sin valores bien definidos, sin grandes objetivos claramente enunciados» ha dicho el Santo Padre.
Inmediatamente señaló que «queda por hacer un gran esfuerzo para aprender la forma en que la Iglesia se sitúa en el mundo, ayudando a la sociedad a entender que el anuncio de la verdad es un servicio que ella le ofrece, abriendo horizontes nuevos de futuro, grandeza y dignidad».
Trayendo a la memoria su encíclica Caritas in veritatis, el Papa señaló que la Iglesia tiene «una misión de verdad que cumplir en todo tiempo y circunstancia a favor de una sociedad a medida del hombre, de su dignidad y de su vocación» y que «la fidelidad al hombre exige la fidelidad a la verdad, que es la única garantía de libertad y de la posibilidad de un desarrollo humano integral», subrayando que «esta misión de verdad es irrenunciable».
Al profundizar en este tópico, Benedicto XVI señaló que «para una sociedad formada mayoritariamente por católicos, y cuya cultura ha sido profundamente marcada por el cristianismo, resulta dramático intentar encontrar la verdad fuera de Jesucristo.
«La convivencia de la Iglesia, con su firme adhesión al carácter perenne de la verdad, con el respeto por otras “verdades”, o con la verdad de otros, es algo que la misma Iglesia está aprendiendo. En este respeto dialogante se pueden abrir puertas nuevas para la transmisión de la verdad», añadió.
Ha hecho hincapié en la necesidad de diálogo entre las distintas partes para una vez constatada la diversidad, no sólo aceptar la existencia de otra cultura sino aspirar a enriquecerse con ella y ofrecer lo bueno, bello y verdadero que se posee. Pone como ejemplo el Concilio Vaticano II, que recoge las mejores aportaciones de la modernidad, superándolas y evitando sus errores: una auténtica renovación católica y una civilización del amor como servicio evangélico al hombre y a la sociedad.
Por su parte, uno de los representantes más destacados del auditorio, el cineasta Manoel de Oliveira subrayó que las artes «siempre han estado ligadas a las religiones» y que «el cristianismo es prolijo en expresiones artísticas desde del paso de Cristo por la tierra hasta hoy».
Después de este encuentro el Santo Padre se reunió con el primer ministro portugués José Sócrates, para posteriormente dirigirse a la capilla del Santuario de Fátima, donde mañana tiene previsto celebrar una misa multitudinaria.