El Patriarcado ortodoxo de Moscú expresó el pasado 6 de mayo su desaprobación sobre una cierta «glorificación» de Stalin, días antes de la celebración del 65 aniversario de la victoria sobre la Alemania nazi, ayer 9 de mayo.
La celebración del Día de la Victoria en Rusia se ha visto envuelta este año por la polémica generada por algunos sectores comunistas, entre ellos el alcalde de Moscú, Yuri Luzhkov, que han insistido en poner carteles con el retrato de Jozef Stalin en las calles.
Según informa la agencia rusa Interfax, el Departamento de Relaciones Exteriores de la Iglesia, en nombre del Metropolita Hilarión Alfeyev, hizo llegar una carta al periódico Zavtra, en la que expresaba el malestar de la Iglesia ortodoxa.
«El Patriarcado de Moscú cree que ningún logro de la Unión Soviética, incluyendo la victoria sobre el fascismo, puede justificar los crímenes de Stalin», afirma el comunicado, según informa Zenit.
«Bajo el régimen de Stalin se estableció un sistema inhumano, y nada puede justificarlo – ni la industrialización, ni la bomba atómica, ni la salvaguarda de las fronteras, ni siquiera la victoria en la Gran Guerra Patriótica, porque no fue mérito personal de Stalin, sino la conquista de nuestro pueblo multinacional».
Según la carta, el régimen de Stalin «se basaba en el terror, la coerción, la supresión de la persona, el engaño y las denuncias falsas. Este régimen se estaba devorando a sí mismo, cuando los propios torturadores se convirtieron en víctimas», en referencia a las famosas «purgas».
«La glorificación de los infieles y de sus métodos de gobierno del país no pueden consolidar a los pueblos de la Rusia histórica. Al contrario, sólo separa a nuestras comunidades».
Además, la carta cuestiona el papel de Stalin en la segunda guerra mundial: «Varios historiadores competentes creen que es Stalin el que tiene la culpa de todas las pérdidas incalculables sufridas por este país, al sacrificar millones de vidas de nuestros ciudadanos por la victoria debido a la irracional política interna antes de la guerra», dice la carta.
También afirma el mensaje que fue la política de Stalin la que puso una «bomba de relojería» entre los territorios rusos «al rehacerlos según su voluntad, creando fronteras artificiales entre las repúblicas soviéticas».
«Como resultado de esta política de Stalin, ahora recogemos los frutos del extremismo, el nacionalismo y la xenofobia», añade la carta.
La polémica ha tenido lugar pocos meses después del reconocimiento oficial por parte de Rusia de la autoría de la masacre de polacos en Katyn, por parte del Ejército Rojo.