El Shaddai (en hebreo significa «Dios Poderoso») es un movimiento dentro de la Renovación Carismática Católica, fundado en 1984 en Filipinas, que asegura ser capaz de dirigir tres millones de votos... y todos los candidatos en liza se lo toman en serio, porque pertenecen a El Shaddai varios millones de filipinos (entre 3 y 7, si se cuentan los niños y cientos de miles de emigrantes). En Filipinas es común asegurar que el apoyo de El Shaddai fue clave para la victoria de Fidel V. Ramos en las presidenciales de 1992 y de Gloria Macapagal Arroyo posteriormente.
El movimiento por lo general ha negado realizar política de partido, pero en los temas que Benedicto XVI llama «no negociables» (vida, familia, derechos de los padres) se suele pronunciar con fuerza. El líder y fundador de El Shaddai, Mike Velarde, es un ingeniero de terrenos y empresario inmobiliario, predicador laico, casado con 4 hijos. Su hijo René, congresista del Partido Buhay, es considerado uno de los políticos más ricos del país. Desde el punto de vista canónico, Velarde depende del obispo de Parañeque, Jessie Mercado, y tiene como director espiritual al obispo emérito de Novaliches, Teodoro Bacani.
Filipinas cuenta con unos 90 millones de habitantes, una fertilidad de 3,3 hijos por mujer y hasta el año 2008 sólo se habían detectado unos 9.000 infectados con el virus del sida y 300 muertes por esta causa a pesar de que es el país de Asia con menor uso de preservativo.
«Lo que causa la pobreza no es que seamos muchos, sino que los políticos roben tantos recursos del país», ha declarado en varias ocasiones el portavoz de la Conferencia Episcopal, Pedro Quitorio, contra el «mantra» repetido por agencias anticonceptivas de que tener hijos es causa de pobreza.
Desde la muerte del cardenal Jaime Sin en 2005, probablemente la voz de Velarde es la que con más fuerza se ha opuesto a la extensión de la anticoncepción en Filipinas, un país donde muchas parroquias y centros familiares católicos enseñan regulación natural de la fertilidad y la Iglesia anima a conocerla y usarla combinando la prudencia y la apertura generosa a la vida. El movimiento El Shaddai nació con programas de radio y televisión y cuenta con audiencias millonarias en sus medios de comunicación.
Mike Velarde anunció que «vamos a mirar con detenimiento la postura de los candidatos» con respecto a la anticoncepción. «Si no estamos de acuerdo con ella, no esperen que les votemos», afirmó el líder de El Shaddai. Benigno «Noynoy» Aquino, uno de los candidatos que más se ha enfrentado a la Iglesia con el tema de la contracepción, ya puede despedirse de 3 millones de disciplinados votos de los carismáticos filipinos. A cambio, busca apoyos en iglesias protestantes liberales y otros grupos religiosos minoritarios.
Un probable beneficiado de los votos de El Shaddai sería el senador Manuel Villar, presidente del Nacionalista Party, que consiguió bloquear en el congreso una iniciativa para difundir campañas de condones y fomentar la anticoncepción en el país. En los últimos 12 meses, el ministerio de Sanidad del país se ha mostrado activamente promotor de la anticoncepción y se ha enfrentado agriamente con las asociaciones provida, familiaristas y católicas.
De todas formas, el sistema filipino permite que los votos pro-vida y pro-familia no se concentren solo en una fuerza. Por ejemplo, un candidato a senador por el partido Bangon es un empresario y líder de los filipinos de El Shaddai inmigrantes en EEUU, Ramoncito «Monching» Ocampo. «Durante años he intentado convencer a Mike Velarde de que se presente a presidente de Filipinas; cuando he visto que no lo va a hacer, he buscado una persona que como él tenga compasión por el bienestar de los pobres, la integridad moral», ha declarado. El candidato del católico Ocampo es el pastor evangélico Eddie Villanueva, del movimiento «Philippines for Jesus», que se presenta en el partido Bangon, al que sin duda votarán muchos evangélicos conservadores. A su iglesia evangélica «Jesus is Lord» pertenecen unos 5 millones de personas, pero muchos son emigrantes o no tienen derecho al voto. En la recta final de las elecciones, cuando nada está decidido, los candidatos buscan el apoyo de los líderes religiosos influyentes.