Monseñor Jesús García Burillo ha realizado esta afirmación ante cientos de fieles en la homilía pronunciada durante la misa mayor celebrada en la Catedral con motivo de la festividad de San Segundo, patrón de la capital abulense y considerado primer obispo de Ávila. 

El prelado ha defendido al sacerdote, coincidiendo con el Año Sacerdotal, en el que la Iglesia dedica su atención a esta figura, a su figura y a su ministerio.
 
«San Segundo representa la figura de un buen obispo y de un buen sacerdote. Un pastor según el corazón de Cristo», ha relatado, antes de repasar las tres características que en su opinión definen al sacerdote: «es amigo de Cristo, es buen pastor y es imprescindible para la subsistencia de la Iglesia».
 
Tras poner a San Segundo y a los sacerdotes como ejemplo de entrega a la sociedad y señalar que estos último son «la única esperanza que permanece cuando los demás abandonan», García Burillo ha hecho referencia a la «campaña de agresiones que se cierne sobre la Iglesia católica y en particular sobre el Santo Padre en el presente».
 
«Junto a críticas justificadas ante la denuncia de abusos, se lanzan acusaciones contra la iglesia que pretenden deslegitimar las condiciones actuales del sacerdocio, particularmente del celibato», ha argumentado, para después añadir: «De nada sirven los estudios científicos que demuestran que el celibato no conduce a la pederastia».
 
En este sentido, ha dicho que «no se trata de minusvalorar los abusos sexuales que el Papa ha condenado con todas sus fuerzas».
 
El obispo de Ávila ha afirmado que «ninguna campaña podrá desmentir el compromiso incondicional de la Iglesia al servicio del ser humano en el que los sacerdotes mantienen su fidelidad a Cristo y a la Iglesia».
 
Previamente había señalado que cuando el corazón de los sacerdotes está abatido «no sueltan el timón».
 
«Cuando les visita el fracaso se mantienen en pie y cuando la ingratitud del mundo, la envidia de los poderosos, la indiferencia de los soberbios o el rencor de los malvados pretende difamarlos, ignorarlos o humillarlos, ellos responden como el Señor les enseñó y aprendieron de San Segundo: a la maldición, con bendición, a la indiferencia, con mayor entrega, y al odio, con amor», ha dicho.