Tras el baño de multitudes en la misa celebrada por la mañana en la Plaza San Carlos de Turín, por la tarde tuvo lugar la oración del Papa ante la Sábana Santa, que se expone por primera vez en diez años para el culto público.
Benedicto XVI oró de rodillas ante el ostensorio unos minutos, antes de dirigir a los presentes una meditación en torno a El misterio del Sábado Santo.
Y fue en ese contexto donde Joseph Ratzinger explicó las razones de su visible emoción en los momentos previos: «Éste es para mí un momento muy esperado. Ya en otra ocasión me encontré ante la Sábana Santa, pero esta vez vivo esta peregrinación y este momento con una particular intensidad: quizá porque el paso de los años me hace todavía más sensible al mensaje de este icono extraordinario; quizá, y sobre todo, porque estoy aquí como sucesor de Pedro, y llevo en mi corazón a toda la Iglesia, más bien a toda la humanidad».
Si ya estas palabras dan fe de la importancia concedida por el Papa a la reliquia, más aún las que pronunció posteriormente, al calificarla como «documento fotográfico» al mencionar los dos lados, positivo y negativo, del misterio del Sábado Santo que representa: «El misterio más oscuro de la fe y el signo más luminoso de una esperanza sin límites», esto es, el tiempo que transmite entre la muerte del Crucificado y su victoriosa Resurrección.
Refiriéndose en concreto al lienzo, Benedicto XVI fue muy claro en unas expresiones que reflejan su certeza en la autenticidad del lienzo, respaldada por tan numerosas pruebas científicas: «Es la tela que ha envuelto a un hombre crucificado que se corresponde en todo a lo que los Evangelios dicen de Jesús... La Sindone nos ofrece la imagen de cómo era su cuerpo tendido en la tumba».
Más adelante asegura que la Sábana Santa «nos habla exactamente de ese momento, da testimonio precisamente de ese intervalo único e irrepetible en la historia de la humanidad y del universo en el que Dios, en Jesucristo, ha compartido con nosotros nuestro morir, pero también nuestro permanecer durante la muerte».
«La Sábana Santa es un icono escrito con sangre: sangre de un hombre flagelado, coronado de espinas, crucificado y herido en el costado derecho. La imagen impresa sobre la Sindone es la de un muerto, pero la sangre habla de su vida», en particular la que manó del costado junto con agua, una y otra «salidas copiosamente de una enorme herida causada por la lanzada romana».
Las palabras del Papa, cargadas de doctrina y de sensibildad, acercan a su fin a una visita a la que la Santa Sede concede gran importancia, al considerar el enorme poder evangelizador de la Sábana Santa.