Pasado el primer impacto del comunicado de la Santa Sede sobre el futuro de los Legionarios de Cristo (la Congregación afirmó, en su página web, recibirlo «con profunda fe y obediencia»), los principales vaticanistas han comenzado a pronunciarse, con un apoyo implícito a la decisión del Papa de nombrar un Delegado que dirija una redefinición del carisma de la congregación.

Sandro Magister, de L´Espresso y La Repubblica, se reconoce «sorprendido» por la «dureza» del texto, que habla de la «vida carente de escrúpulos» de Marcial Maciel. «Es un signo de que la Santa Sede quiere actuar con decisión», afirma Magister.

En esa misma línea se manifiesta George Weigel, uno de los principales biógrafos de Juan Pablo II, quien valora la determinación del Papa de abrir una nueva etapa bajo una nueva dirección: «No veo cómo el excelente trabajo que hacen la Legión y el Regnum Christi», trabajo que el comunicado reconoce y elogia expresamente, «pueda continuar sin una ruptura con el pasado definitiva y sin ambigüedades».

Por su parte, John Allen, del National Catholic Reporter, destaca el lenguaje «llamativamente contundente» empleado por la Santa Sede, al hablar de «auténticos delitos» y de un «sistema de relaciones» creado por Maciel para mantener en secreto su doble vida.

En España, Francisco José Fernández de la Cigoña, de La Gaceta, pide que el nombramiento del delegado sea rápido, pues «toda demora va en perjuicio de la congregación». Afirma asimismo que del comunicado se deduce que «el entorno del fundador está también comprometido gravemente», y que de facto el actual superior, Álvaro Corcuera, «queda destituido». Cigoña considera la decisión del Papa como «la mejor de las soluciones posibles».

Finalmente, Andrea Tornielli, de Il Giornale, se fija en los elogios que el comunicado dedica al celo apostólico de la mayoría de miembros de la Legión de Cristo y del Regnum Christi, y expresa su «cercanía y solidaridad» con ellos, que «no sabían ni sospechaban nada y han dado y continúan dando fiel testimonio del Evangelio». Tornielli confía también en que el nombramiento de un delegado servirá para «limpiar» la congregación y para «identificar y alejar a quienes formaron parte del entorno del fundador, a quienes sabían, pero callaron y ocultaron».