Tras la reunión de este viernes de los cinco visitadores apostólicos con el cardenal Tarsicio Bertone, secretario de Estado, a la que inesperadamente se presentó el Papa, la Santa Sede no ha esperado mucho para dar a conocer su postura.

En un comunicado dado a conocer a primera hora de la tarde de este sábado, se afirma con claridad: a) «la necesidad de redefinir el carisma de la congregación, preservando el núcleo verdadero, la militia Christi... que no se identifica con la eficacia a cualquier precio»; b) «la necesidad de replantear el ejercicio de la autoridad, que debe ir unida a la verdad, para respetar la conciencia y desarrollarse a la luz del Evangelio como auténtico servicio eclesial»; y c) «la necesidad de preservar el entusiasmo de la fe de los jóvenes, su celo misionero y su dinamismo apostólico por medio de una adecuada formación».

La Santa Sede define en los términos más duros al fundador de la Legión. Su conducta «ha causado serias consecuencias en la vida y en la estructura de la Legión, tales que exigen un camino de profunda revisión». Los «gravísimos y objetivamente inmorales comportamientos» del padre Marcial Maciel se configuran a veces como «auténticos delitos» y demuestran que vivió «una vida carente de escrúpulos y de auténtico sentimiento religioso».

Según el comunicado, «esa vida permanecía en la oscuridad para la mayor parte de los legionarios, sobre todo a causa del sistema de relaciones construido por el padre Maciel, quien hábilmente había sabido crearse coartadas, y obtener confianza, confidencias y silencio de quienes le rodeaban para reforzar su propio papel de fundador carismático».

El texto señala las dificultades para conocer la realidad de su vida a causa del «lamentable descrédito y el alejamiento» con quienes se castigaba «a cuantos dudaban de la rectitud de su comportamiento», unido a la «errónea idea» de no querer perjudicar el bien que la Legión estaba haciendo.

Sin embargo, queda claro en el texto «el celo sincero de la mayoría de los legionarios» y el apoyo del Papa a los legionarios y al movimiento del Regnum Christi: que sus miembros sepan «que no se quedarán solos. La Iglesia tiene la firme voluntad de ayudarles y acompañarles en el camino de purificación que les corresponde».

Del mismo modo, se anuncia que «el Santo Padre...nombrará un delegado y una comisión de estudio sobre las Constituciones» para cumplir los objetivos de prestar ese apoyo a los actuales miembros.