Decía el «mayordomo de la tele» que el algodón no engaña. Y, en este caso, el relevo al frente de la archidiócesis de Los Ángeles, no podía ser menos. Geoffrey Farrow era hasta 2008, y después de 23 años de ministerio, sacerdote católico.
Sin embargo, cuando se debatió en el Estado de California una propuesta para la equiparación del matrimonio a las uniones entre personas del mismo sexo, decidió admitir su propia homosexualidad y no dudó incluso en hacer campaña contra la postura conrtraria de la Iglesia a esa propuesta de reforma legal. Fue suspendido por ello.
Ahora que el Vaticano ha designado un nuevo arzobispo para la ciudad de Los Ángeles (el arzobispo José Gómez, en sustitución del cardenal Roger Mahoney), Farrow, que mantiene una importante agenda de trabajo en pro de los intereses del lobby homosexual, considera que el nombramiento supone «un brusco impulso a la derecha».
Además, Farrow ha cargado contra el nuevo arzobispo angelino debido a su cercanía a la espiritualidad del Opus Dei, fundada por el español san Josemaría Escrivá de Balaguer. «El relevo por alguien del Opus Dei claramente señala que Mahoney ha perdido casi por completo su influencia en Roma y no ha logrado nombrar a su sucesor», señala en un reciente comentario en su blog.
Han sido muchas las controversias que han configurado el mandato de Mahoney en Los Ángeles, con declaraciones y actos permisivos, cuando no promotores, de porturas favorables al aborto o al homosexualismo.
De amargo recuerdo fue la ocasión en 2005, en que manifestantes pro vida a las puertas de la catedral de la capital californiana fueron desalojados por los propios encargados de seguridad de la catedral, mientras era recibido un alcalde proabortista en el templo.
Por contra, el arzobispo Gómez, se ha opuiesto en los últimos años a la presencia de la senadora abortista Hillary Clinton o del presidente Obama en dos universidades católicas.