La directora general del Instituto Halal, Isabel Romero, que también es portavoz de la Junta Islámica y vicepresidenta de la Federación de Musulmanes de España (FEME), entiende que es el «talante emprendedor» del Instituto Halal el que hizo que el presidente Obama la invitara, a través de la Embajada de Estados Unidos en España, a participar en Washington D.C. en dicha cumbre, cuyo fin, según el país anfitrión, es «construir relaciones comerciales que puedan crear oportunidades de negocio y de cambio de vida», contando con la participación del propio presidente Obama y de «otros altos dignatarios», junto con «empresarios de todo el mundo», que buscan «el avance de las relaciones comerciales con la comunidad musulmana».
 
A este respecto, Romero subrayó que viajará a Estados Unidos «con propuestas que mejoren las condiciones de vida de los musulmanes en España y que también favorezcan los puentes de cooperación positiva entre entidades de diversos lugares del mundo», pues la participación del Instituto Halal en la cumbre empresarial tendrá lugar bajo la premisa de que «el Islam y la democracia, la consecución de los derechos humanos y las libertades están íntimamente unidos».
 
Por este motivo, el Instituto Halal de la Junta Islámica, que tiene su sede en Almodóvar del Río (Córdoba), colabora con «aquellas políticas que se impulsan desde distintas administraciones para favorecer la comprensión, el acercamiento y la cooperación, como único cauce para frenar la intolerancia y la violencia, provenga de donde provenga. En ese sentido, tanto la Unión Europea (UE), como la nueva Administración americana están dando pasos para favorecer el encuentro y acercamiento entre aquellas personas, entidades e instituciones que coinciden en ese objetivo, y es en ese contexto en el que asistimos a la Cumbre de Washington».
 
Por otro lado, Romero, que defenderá en Estados Unidos la propuesta de que la segunda cumbre empresarial musulmana se celebre en Córdoba, dijo esperar que el foro de Washington sirva para modificar «una visión monolítica y distorsionada del llamado mundo musulmán que, desde hace años, se nos está ofreciendo a través de los medios de comunicación. Sólo hay que utilizar el sentido común para darse cuenta que 1.500 millones de personas repartidas por todo el mundo no se ajustan al cliché que desde los grandes intereses del poder se nos quiere imponer».
 
De hecho, según subrayó Romero, «el Islam tiene muchas y diversas formas de expresión y concreción, en función de los modelos culturales en los que se asienta. No son iguales las sociedades árabes que las asiáticas y tampoco podemos decir que las democracias occidentales sean perfectas, pues están a la orden del día las vulneraciones que se dan en ellas de derechos humanos, el uso de la tortura o la rapiña de las grandes corporaciones e instituciones financieras. En todos los sistemas hay claros y oscuros».
Por último, Romero destacó que, para ella y para la organización a la que representa «es en igual medida un honor y una responsabilidad» acudir a la Cumbre de Washington, que supondrá «la oportunidad de disfrutar de una gran experiencia, donde contactar con personas de todo el mundo, iniciar colaboraciones» y mejorar su «experiencia en relaciones internacionales», y ello sin olvidar que la invitación a la Junta Islámica para participar en la cumbre empresarial «se ha concretado en una mujer musulmana que ocupa una posición de liderazgo en su organización».
 
Sin embargo, la directora general del Instituto Halal de la Junta Islámica dijo ser «consciente de que aún queda mucho trabajo por hacer en el campo de la igualdad entre hombres y mujeres, tanto en el conjunto de la sociedad, como en el seno de las comunidades religiosas y en muchos países islámicos», aunque tampoco es real la ausencia «de iniciativas y movimientos sociales que nos pretenden vender los grandes medios», ya que, según destacó, conoce a «ministras musulmanas de países islámicos, juezas, abogadas, licenciadas en todas las disciplinas y, concretamente, en Irán hay más mujeres con títulos universitarios que hombres».
 
Pero todavía, según reconoció, «queda una larga lucha para conseguir mejoras efectivas, tanto legales como reales». Ante ello la posición de las musulmanas es «intentar el progreso del conjunto de la sociedad, sin excluir a nadie, puesto que la lucha por la igualdad no es de confrontación, sino de inclusión», desde «la obligación de progresar todos, ya que, no reconocer una obviedad como la igualdad, condena al ostracismo a los que promueven esas posiciones retrógradas».