Una guía útil a lo que el actual Pontífice ha dicho sobre la creación y nuestra responsabilidad hacia ella se recoge en un libro publicado el año pasado por la periodista Woodeene Koenig-Bricker. En Ten Commandments for the Environment: Pope Benedict XVI Speaks Out for Creation and Justice (Diez Mandamientos para el Medio Ambiente: El Papa Benedicto XVI habla sobre la Creación y la Justicia), publicado por Ave Maria Press, recoge los comentarios del Papa, y les intercala sus propias opiniones personales sobre el medio ambiente.
La frase «Diez Mandamientos para el Medio Ambiente» no es de Benedicto XVI, sino que fue el título de una alocución dada en el 2005 por monseñor Giampaolo Crepaldi, secretario del Pontificio Consejo Justicia y Paz (actualmente monseñor Giampaolo Crepaldi es obispo de Trieste, Italia).
El mensaje primario de estos mandamientos es que debemos ser administradores responsables de la creación de Dios, y esto se corresponde con lo que ha afirmado el Pontífice con posterioridad, comentaba Koenig-Bricker.
«Hoy todos vemos que el hombre podría destruir el fundamento de su existencia, su tierra, y, por tanto, que ya no podemos hacer con nuestra tierra, co n la realidad que nos ha sido encomendada, lo que queramos», decía el Papa el 24 de julio, respondiendo a las preguntas de los sacerdotes de las diócesis italianas de Belluno-Feltre y Treviso.
Este cuidado de la creación se funda en una convicción que va mucho más allá que una simple preocupación por la ecología. Benedicto XVI dejaba esto claro al responder a una pregunta durante sus vacaciones de verano del año siguiente. En su encuentro con el clero de la diócesis de Bolzano-Bressanone el 6 de agosto de 2008, indicaba que hay un «vínculo inseparable» entre creación y redención.
«El Redentor es el Creador, y si nosotros no anunciamos a Dios en toda su grandeza, de Creador y de Redentor, quitamos valor también a la Redención», afirmaba el Santo Padre tras mencionar que, desgraciadamente, en las últimas décadas la doctrina de la creación ha casi desaparecido de la teología.
Benedicto XVI observaba que se ha acusado a los cristianos de ser responsables de la destrucción de la creación por las palabras del Génesis, «someted la tierra».
Esta acusación es falsa, sostenía, puesto que vemos la tierra como creación de Dios: «la tarea de “someterla” nunca se entendió como una orden de hacerla esclava, sino más bien como la tarea de ser custodios de la creación y de desarrollar sus dones, de colaborar nosotros mismos activamente en la obra de Dios, en la evolución que él ha puesto en el mundo, de forma que los dones de la creación sean valorados y no pisoteados y destruidos».
Este nexo entre lo natural y lo sobrenatural, entre fe en Dios y respeto por la creación ha sido algo sobre lo que Benedicto XVI ha vuelto en la entrevista concedida a los periodistas en el viaje de avión a Sydney, Australia, el 12 de julio de 2008.
«Necesitamos el don de la Tierra, el don del agua; necesitamos al Creador. El Creador se hace presente en su creación. De este modo comprendemos que no podemos ser realmente felices, no podemos promover realmente la justicia en todo el mundo, sin un criterio en nuestras ideas, sin un Dios que sea justo, y nos dé la luz y la vida», decía.
El Papa mencionaba el papel del Redentor en su homilía de la Misa de Nochebuena de 2007. Cristo, afirmaba, «vino para volver a dar a la creación, al cosmos, su belleza y su dignidad: esto es lo que comienza con la Navidad y hace saltar de gozo a los ángeles». La Navidad es la fiesta de la creación restaurada, la Tierra se renueva y celebramos que cielos y tierra, y hombre y Dios se unen, comentaba.
Poco después de la publicación del libro de Koenig-Bricker vino la encíclica del Papa «Caridad en la Verdad». En la encíclica se dedican al medioambiente algunos párrafos y entre otros puntos el Pontífice advertía en contra de ver la naturaleza desde un sentido puramente materialista. La salvación humana no puede venir de la sola naturaleza, precisaba.
Tenemos una legítima administración sobre la naturaleza, afirmaba Benedicto XVI, que implica el deber de entregar a las futuras generaciones una tierra que esté en buenas condiciones.
Esto no es sólo una cuestión de ciencia o economía, añadía, sino que necesita integrarse en una ecología humana que incluye todo lo que conforma nuestra existencia.
«El libro de la naturaleza es uno e indivisible, tanto en lo que concierne a la vida, la sexualidad, el matrimonio, la familia, las relaciones sociales, en una palabra, el desarrollo humano integral», afirmaba el Papa.
Hay una antinomia fundamental en nuestra mentalidad si, de un lado, insistimos en el respeto por el medio ambiente natural mientras, por el otro, no respetamos el derecho a la vida y a la muerte natural, insistía Benedicto XVI.
La relación entre el respeto por el medio ambiente y el respeto por la vida ha sido un tema recurrente en las declaraciones del Papa sobre ecología.
«Los grandes temas morales, vitales, de la paz, la no violencia, la justicia y el respeto de la creación no confieren por sí mismos dignidad al hombre», decía al nuevo embajador de Irlanda ante la Santa Sede, el 15 de septiembre de 2007.
La vida humana tiene una dignidad innata, explicaba. «Es preocupante el hecho de que a menudo los mismos grupos sociales y políticos que, admirablemente, están más en armonía con la maravilla de la creación de Dios, presten escasa atención a la maravilla de la vida en el seno materno», comentaba el Papa.
A principios de ese año, en su Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz del 2007, Benedicto XVI también unió el respeto por la ecología y la paz.
«Así, pues, además de la ecología de la naturaleza hay una ecología que podemos llamar “humana”, y que a su vez requiere una “ecología social”», observaba. «La experiencia demuestra que toda actitud irrespetuosa con el medio ambiente conlleva daños a la convivencia humana, y viceversa», añadía.
«Cada vez se ve más claramente un nexo inseparable entre la paz con la creación y la paz entre los hombres. Una y otra presuponen la paz con Dios», concluía el Papa.
Esta relación entre ecología y paz volvió como tema central del Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz del 2010.
El medio ambiente es un don de Dios a todos los pueblos decía y ni la naturaleza ni los seres humanos pueden ser vistos como meros productos, afirmaba el Pontífice. Animaba a una mayor solidaridad entre las naciones al tratar los problemas ecológicos y a examinar nuestro estilo de vida y modelos de consumo y producción.
Una vez más ponía en guardia contra el panteísmo o el neopaganismo en los que se considera que nuestra salvación sólo puede lograrse en el mundo natural. Benedicto XVI establecía que la Iglesia tiene fuertes reservas ante una visión ecocéntrica o biocéntrica del medio ambiente. El peligro de estas posturas es que no ven diferencia alguna entre la persona humana y las demás criaturas vivas.
«De este modo, se anula en la práctica la identidad y el papel superior del hombre, favoreciendo una visión igualitarista de la «dignidad» de todos los seres vivientes», advertía.
Al concluir el mensaje, Benedicto XVI observaba que los cristianos contemplan el cosmos y sus maravillas a la luz de la obra creadora del Padre y la obra redentora de Cristo. El cuidado del medio ambiente, el respeto por los valores humanos y la vida, y la solidaridad entre todos están así ligados a nuestra fe en Dios, creador y redentor. Una visión compleja de lo natural y de lo sobrenatural que va más allá de la idea de ser simplemente verde.