Centenares de personas se congregaron ayer en la basílica de Santa María del Mar para asistir a la beatificación del capuchino catalán José Tous y Soler (18111871). El cardenal Tarcisio Bertone, secretario de Estado del Vaticano, presidió la ceremonia, la segunda que se realiza en Cataluña después de que el Papa Benedicto XVI recuperara la antigua práctica de beatificar en el lugar de origen del homenajeado. El cardenal arzobispo de Barcelona, Lluís Martínez Sistach, acompañó a Bertone, que pidió «mantener la fe» en tiempos difíciles.
El secretario de Estado del Vaticano instó a las «queridas hermanas Capuchinas de la Madre del Divino Pastor» a trabajar con fortaleza para que el legado de José Tous siga vivo. Su fidelidad a Cristo y su humildad deben servir de ejemplo a todos los cristianos, apuntaron Bertone y Sistach, para tener más fe y confianza si cabe en Dios, «en el momento presente, en el que no faltan dificultades», señaló Tarcisio. Ambos recordaron las palabras de Tous: «Aunque todo sea oscuro, hay que ser fiel a Dios y fiel a los hombres». «Qué actuales resultan estas palabras suyas», señaló el italiano.
El padre Tous no nació en la capital catalana, sino en Igualada en 1811 pero poco antes de cumplir nueve años se trasladó a la Ciudad Condal junto a sus padres y 11 hermanos. Impregnándose de los profundos sentimientos cristianos de sus familiares, este capuchino cultivó desde muy pequeño su amor al prójimo y a Dios. Con 13 años manifestó su voluntad de seguir a Cristo y de hacerlo según Francisco de Asís.
Tras su exilio a Italia y Francia, motivado por los decretos de exclaustración de julio de 1835 bajo el Gobierno de Mendizábal, el padre Tous fundó la congregación de las Hermanas Capuchinas de la Madre del Divino Pastor. Éstas serían las encargadas de sacar adelante la primera escuela de Ripoll que Tous, con el beneplácito del obispo de Vic, Llucià Casadevall, pondría en marcha en el año 1850.
«Derramad en el corazón de la infancia y la juventud los santos pensamientos y devotos afectos que Dios os ha comunicado en la santa oración», repetía constantemente a sus religiosas.
Tanto Bertone como Sistach recordaron precisamente su preocupación por la educación de los más jóvenes, especialmente de las mujeres, y ensalzaron la labor llevada a cabo por él a pesar de las dificultades. «Fue un hombre de una caridad exquisita, con una gran capacidad para soportar y comprender las deficiencias de los demás. Numerosas situaciones en su vida muestran su gran disponibilidad para la acogida y el perdón», apuntó el cardenal Bertone en la homilía.
El 19 de diciembre del año pasado, Benedicto XVI autorizó la promulgación del decreto relativo al milagro que se atribuye a la intercesión del ya beato capuchino. El 7 de agosto de 1995, Olga Yaneth Rincón se curó espontáneamente de la miopía que la estaba dejando ciega. Cinco días antes había concluido la Novena tras haber pedido la intercesión del padre Tous.