El número de sacerdotes católicos crece a nivel mundial, pero la mayor parte de ese crecimiento se concentra en las 1.077 circunscripciones (equivalentes a diócesis) consideradas territorios de misión. En los últimos 25 años el número de seminaristas se ha triplicado en África, ha aumentado un 125 por ciento en Asia y ha crecido un 65 por ciento en América. Muchas veces, se trata de niños en seminarios menores, que incluso si no acaban ordenándose sacerdotes, suelen convertirse en evangelizadores laicos.
Este domingo se celebra en España el Día de las Vocaciones nativas, con una colecta especial que, pese a su importancia, no consigue aún la popularidad del «Domund» o de la Infancia Misionera. Con lo recaudado en España, centralizado por la Obra Pontificia San Pedro Apóstol, se destinaron en 2009 más de 2,8 millones de euros a 830 seminarios de todo el mundo, ayudando a 77.000 estudiantes (un tercio de ellos, seminaristas mayores; el resto, menores). También sirvió para apoyar la formación de 3.200 novicios y 5.840 novicias en su primer año de vida consagrada.
Según Obras Misionales Pontificias (OMP), una vez contadas las ayudas de la diócesis local y de las familias de los seminaristas, los seis años de formación que se necesitan para preparar a cada cura en países de misión requieren de 2.000 euros que han de llegar de países ricos. Sólo en la India, OMP apoya a 4.360 seminaristas, equivalente a cuatro veces el total de los seminarios españoles. En Burkina Faso, uno de los lugares de África donde más crece el cristianismo, OMP mantiene a 650 alumnos en 10 seminarios menores. En Burundi, sólo el seminario de Gitega ya tiene 174 seminaristas mayores, más que Madrid, Barcelona y Alcalá juntos.
En este mismo país se ha tenido que reconstruir una central hidroeléctrica que llevaba 45 años funcionando día y noche en otro seminario, aportando agua, luz y sostenimiento económico a los estudiantes durante dos generaciones. La obra ha costado 200.000 dólares.
Luis Jiménez, provincial de los misioneros de la Consolata en España, misionero durante 20 años en Tanzania, explica a LA RAZÓN que en África «el cribado de los aspirantes al sacerdocio es serio; de 80 que entran en el primer año, sólo unos 30 pasan al segundo». Por falta de medios materiales, hay miles de vocaciones que no llegan al sacerdocio o la vida religiosa.