La página web Promoliturgia propone un elenco de 15 puntos que toda persona que quiera acercarse al servicio del acolitado y lectorado debe tener en cuenta. comprenden desde la actitud interior hasta el comportamiento exterior, tanto durante la liturgia como en la vida diaria. Son los que siguen:
- Considerar un gran honor el hecho de ser acólito. Al tratarse de un servicio ante el altar, es una actividad sagrada. Esforzarse por honrar este cargo y ser fiel a esta gracia.
- Estás ante el Rey del cielo. Hacer bien cada movimiento y con exactitud. Por ejemplo: preparar el altar, al ayudar la Misa, las entradas y salidas de las ceremonias, etc. Dar lo mejor de sí, como harían los mejores soldados.
- Piedad. Gran amor a Jesús en la Eucaristía. Hacer una visita al Santísimo cada vez que se vaya a la Iglesia. Acción de Gracias después de la Comunión. Pedir el don de la piedad al Espíritu Santo. Fomentar la devoción a María, Reina y Señora.
- Estado de Gracia. Permanecer siempre en la amistad de Dios. Si se cae en pecado confesarse cuanto antes. Cumplir con alegría, sencillez y espíritu de perfección las obligaciones ordinarias de la vida. Huir de las ocasiones de pecado (TV, malas compañías, malos ambientes, etc.) y fomentar la ascética y la mística cristianas.
- El servicio del acolitado se aprende. Conocerse y corregirse uno mismo. Tenemos defectos y debilidades. Aceptar las correcciones del sacerdote con humildad. Pedir la Gracia de Dios.
- Seriedad y responsabilidad en el cumplimiento del deber. Tomar con seriedad las órdenes, los avisos, las ceremonias, los deberes propios del acólito. La Santa Misa es el misterio central de la fe: que tus gestos hablen por tí.
- No mirar hacia los fieles o para cualquier parte durante las ceremonias. Tener el corazón, la mente, el cuerpo, orientado hacia las funciones que haya que hacer.
- Permanecer erguido en posición recta:
- Arrodillado: erguido, las manos juntas sin cruzar ni mover los pies.
- De pie: los pies derechos, las manos juntas.
- Sentado: el cuerpo erguido, las rodillas juntas, las manos sobre las piernas.
- Caminando: despacio. Los ojos bajos, con recogimiento. No caminar hacia atrás
- Realizar cada acción solamente después de haber terminado la anterior. Sentarse, arrodillarse y ponerse de pie (no apoyarse cuando se está de pie).
- Atención en las ceremonias. Hacer las cosas bien y despacio, pero con prontitud y desenvoltura. Ensayar antes para aprender bien.
- Simetría y sincronización en las ceremonias. Realizar las acciones junto a otros al mismo tiempo; por ejemplo, las inclinaciones y las respuestas de la Misa. Guardar siempre la misma distancia con relación al otro acólito, si lo hubiera.
- Silencio: en la Iglesia, en la sacristía. No hablar en la Iglesia, no reírse, no hacer gestos. Recogimiento interior.
- Pronunciar bien las palabras, ya sean en tu lengua vernácula o en latín, si fuera el caso.
- Formación: fomenta la lectura sobre la liturgia; aprende de buenos autores. Cuanto más profundices en la liturgia, más y mejor comprenderás y disfrutarás los misterios de la fe. La formación ayuda a «ver con ojos nuevos» la fe que la Iglesia expresa con gestos y palabras.
- Buen ejemplo: en el catecismo, en la escuela, en la calle, en la Iglesia. Observar un comportamiento ejemplar (que motive a ser imitado). Hacer las cosas con dedicación, piedad y celo. El ministerio del acolitado puede ser fomentado y gracias a tu conducta, quizás haya quien se ofrezca a ayudar en el altar. Recuerda que el acolitado es «semillero» de vocaciones sacerdotales.