Benedicto XVI ha recordado esta mañana el especialísimo encuentro con un pequeño grupo de víctimas de abusos por parte de sacerdotes en el que, ha reseñado, «compartí con ellos el sufrimiento y, con conmoción, recé con ellos, asegurando la actuación de la Iglesia». Fue una única reflexión al respecto, pero que denota la importancia y la preocupación del Santo Padre por la mejor resolución de estas dolorosas situaciones.
El Santo Padre también quiso reconocer la acogida que le brindó el pueblo maltés, como también fue acogido san Pablo hace 1950 años, cuando naufragó en sus costas y donde permaneció durante unos tres meses.«De ese naufragio, o mejor, de la sucesiva permanencia de Pablo en Malta, nació una comunidad cristianan y ferviente y sólida, que después de dos mil años es aún fiel al Evvangelio», ha explicado el Papa.
Fidelidad que de la que es signo,por ejemplo, «el hecho de haber mantenido firme el profundo respeto por la vida no nacida y por la sacralidad del matrimonio, eligiendo no introducir el aborto y el divorcio en el ordenamiento jurídico del país».