La polémica por la carta que dirigió en 2001 al obispo de Bayeux, Pierre Pican, sorprendió al cardenal Darío Castrillón en España. En concreto, en la Universidad Católica de Murcia, donde este viernes intervino durante el Congreso Internacional que se está celebrando en la institución académica sobre la figura de Juan Pablo II.
Fue en ese contexto donde el antiguo prefecto de la Congregación del Clero explicó algo que en realidad ya figuraba en la publicación original (en la revista francesa Golias) de la carta, pero que muchos despachos de agencia ocultaron. Monseñor Pican, que no denunció ante las autoridades civiles al cura pedófilo René Bissey, había conocido los hechos a través de una confidencia del sacerdote, contra el que procedió conforme al Derecho Canónico.
Ya el cardenal Castrillón había explicado esto días antes: «La Iglesia castiga la pedofilia como un gravísimo delito, pero la castiga según la ley, lo cual significa que el obispo no puede castigar a la persona acusada sin el proceso al que tiene derecho el delincuente.»
Así procedió el obispo de Bayeux, que apartó a Bissey de sus responsabilidades e inició el proceso canónico. Pero no puso el conocimiento el caso ante la Justicia gala (que acabó luego condenándole a 18 años de cárcel) porque su conocimiento de lo sucedido había tenido lugar a través de una confidencia de su mismo sacerdote, acogida por tanto a la obligación de secreto del prelado.
Cuando el cardenal Castrillón felicitó a monseñor Pican por su actitud (el obispo francés fue condenado a tres meses de prisión por encubrimiento), aludió a que «había preferido la cárcel antes que denunciar a su hijo sacerdote» violando la obligación del secreto. Según desveló en Murcia el prelado colombiano, su carta contó con el visto bueno de Juan Pablo II: «El Santo Padre me autorizó para que la enviara a todos los obispos del mundo -Castrillón era en ese momento prefecto de la Congregación del Clero- y la pusimos en Internet.»
Las palabras del cardenal fueron acogidas en el Congreso murciano con una salva de aplausos.