Este miércoles se produjo un violento incidente en la catedral de Córdoba, antigua mezquita. Un grupo de 118 turistas dieron lugar a lo que el obispado no ha dudado en calificar como «un reprobable episodio de violencia» que fue «provocado de manera organizada». Se pusieron a rezar a la manera de los musulmanes, lo que les fue reprendido por los vigilantes de seguridad, pues contraría las normas de la vista a templo.
La pretensión de realizar actos de oración mahometanos en la catedral de Córdoba, alegando su antiguo origen musulmán (en realidad está asentada sobre un primitivo templo cristiano destruido durante la dominación islámica para construir la mezquita), está constituyendo uno de los principales medios de presión de grupos islamistas, apoyados por la izquierda andaluza, para sabotear el culto católico.
Pero esos actos están prohibidos, y cuando los guardas se lo hicieron saber a los turistas, éstos reaccionaron agresivamente y llegaron a blandir «un cuchillo de grandes dimensiones», según recoge la prensa andaluza citando fuentes del Cabildo catedralicio. Avisada la Policía, los musulmanes se resistieron a su detención con golpes y patadas a los agentes, que resultaron con heridas de importancia. Dos de los participantes en los incidentes fueron detenidos.
El obispado emitió un comunicado mostrando su gratitud y solidaridad hacia los dos guardias de seguridad agredidos, «que en el impecable cumplimento de su deber profesional, han sufrido serias lesiones físicas en sus personas», y también «a los mandos y agentes policiales que actuaron con prontitud y eficacia para evitar consecuencias mayores».