En nuestro país existen diversas manifestaciones de fe que están arraigadas en la cultura popular y en la tradición de cada localidad: procesiones, representaciones y paraliturgias.
Si toda Andalucía destaca por su fervorosa celebración de la Semana Santa, Sevilla es quizás la ciudad que rinde un mayor culto a la pasión y muerte de Jesús a través de sus procesiones. El Gran Poder y la Macarena, que salen en la «madrugá» del Viernes Santo, son las cofradías sevillanas que poseen el mayor número de nazarenos, con una media de 2.400.
La procesión cuenta con dos pasos. El llamado Señor de Sevilla, por el que todo el pueblo sevillano profesa una gran devoción, es una obra del siglo XVII de Juan de Mesa que representa a Jesús con la cruz al hombro. El segundo paso, la Virgen del Mayor Dolor y Traspaso, es una talla anónima del siglo XVIII. La gran novedad de este año en la procesión de Jesús del Gran Poder será que, tras la reforma de las reglas de la cofradía, por primera vez las mujeres harán estación de penitencia vistiendo el hábito nazareno.
La devoción por la Virgen de la Macarena traspasa las fronteras sevillanas para alcanzar una trascendencia mundial. Durante toda la procesión, la gente aplaude y vitorea a la Virgen con el popular grito: «¡Macarena: guapa, guapa y guapa!».
La Semana Santa es el más relevante acontecimiento religioso, cultural y social de la ciudad de Zamora. De entre las 18 procesiones que estos días recorren las calles de la ciudad, destaca la del Silencio, en la tarde noche del Miércoles Santo. Los hermanos de la cofradía del Santísimo Cristo de las Injurias, creada en 1925, se congregan en la Catedral momentos antes de comenzar la procesión para realizar un juramento de guardar silencio durante todo el recorrido, silencio que impregna las calles medievales de la ciudad al paso de la imagen, el Cristo de las Injurias.
En 1931 la furia anticlerical invadió Málaga y destruyó cientos de obras de arte de valor incalculable, entre ellas el Cristo de la Buena Muerte, obra de Pedro de Mena (16281688). Dicen los testigos que los amotinados lo golpeaban diciendo: «que vengan los legionarios a salvarle». Hoy aquello es historia. Una nueva imagen del Cristo de la Buena Muerte sigue pasando cada noche de Jueves Santo por la Plaza de la Constitución, acompañado por la Legión, que interpreta «El novio de la muerte» entre las ovaciones del público. Otro momento emotivo es la mañana del Jueves Santo, cuando se traslada y entroniza esta imagen a hombros de los Caballeros legionarios.
La Plaza Mayor de Valladolid se transforma cada Viernes Santo al mediodía en un escenario del siglo XVI en el que un sacerdote reflexiona sobre las siete palabras que Cristo pronunció en la Cruz, delante de los respectivos pasos que las ilustran. Desde 1944, el Sermón viene precedido de un pregón que es proclamado a lo largo de toda la mañana por un grupo de cofrades a caballo, en distintos puntos de la ciudad. Uno de los pasos más importantes es el correspondiente a la palabra «Tengo sed», ilustrada con un Cristo Crucificado, obra del siglo XVII de Gregorio Fernández.
Una de las procesiones más emblemáticas de la Semana Santa andaluza es la del Cristo de los Gitanos, de Granada. La noche del Miércoles Santo se tiñe de tonos morados, rojos y dorados en el Sacromonte,el barrio gitano de la ciudad. La hermandad del Santísimo Cristo del Consuelo y María Santísima del Sacromonte, más popularmente conocida como «Los Gitanos», procesiona dos pasos entre pétalos de rosas, vivas y olés: una réplica del Cristo del Consuelo, obra de José Risueño del siglo XVII que representa a Cristo clavado al madero mediante cuatro clavos, dos en las manos y uno en cada pie, algo propio de los cristos barrocos; y el paso deMaría Santísma del Sacromonte. Durante la procesión, se encienden hogueras entre las cuevas donde habitan los gitanos y se cantan saetas a la Virgen.
La flagelación como penitencia voluntaria, en privado, siempre existió en el monaquismo cristiano, pero la autoflagelación pública como acto popular llegó a España en el siglo XV. Hoy sólo sobrevive en un lugar, San Vicente de la Sonsierra (La Rioja), famoso por sus célebres «picaos». El disciplinante (un varón adulto) se azota la espalda, ora sobre un hombro, ora sobre el otro, balanceando la madeja con la que se golpea entre las piernas. Sus acompañantes veteranos deciden cuando debe picarse su espalda, una práctica que sirve para evitar molestias posteriores. Para ser disciplinante se necesita un permiso del párroco que acredita su sentido cristiano. Procesionan dos veces en Jueves Santo, otras dos en Viernes Santo, y también una vez en mayo y otra en septiembre. Las mujeres no pueden flagelarse, pero sí procesionar descalzas o con cadenas. En todos los casos, los disciplinantes conservan el anonimato.
En la localidad turolense se obvia el silencio que impera en muchas de las procesiones a lo largo y ancho de todo el país. Tras «romper la hora» a las 12 de la mañana del Viernes Santo, cientos de niños, jóvenes y mayores vestidos con túnicas moradas hacen sonar sus tambores a la vez y provocan un gran estruendo durante dos horas. Ponen así una nota trágica a la Semana Santa. Posteriormente, los tamborileros participarán en la procesión de pregón.
La noche del Jueves al Viernes Santo es la más especial de la Semana Santa cartagenera. Hacia las 6 de la mañana se produce el encuentro entre los pasos de Jesús Nazareno y la Virgen Dolorosa en la plaza de la Merced. Este acto, que se realiza desde mediados del siglo XVIII, se caracteriza por el «baile» que realizan ambos pasos al encontrarse frente a frente. Además, el Viernes Santo por la noche procesiona por las calles de la ciudad la imagen de la Magdalena. Un paso que hace años iba empujada por costaleros, pero que desde hace menos de una década es portada a hombros. De esta forma, Cartagena es uno de los pocos lugares de grandes procesiones en los que se saca a la santa a hombros. La agrupación de María Magdalena es una de las más jóvenes y que más ordenadas van en la procesión marraja del viernes por la noche.
Muchas localidades de diferentes puntos de España representan las últimas horas de Cristo antes de su crucifixión y su posterior resurrección. Son famosas las de Cervera, Olesa de Montserrat o Esparreguera, en Cataluña, y Chinchón o Morata de Tajuña en Madrid. En ellas suelen participar los propios vecinos del pueblo que, con meses de antelación, preparan ropajes, escenarios y guión basándose en el Evangelio. Pero no solamente son organizadas por ayuntamientos o asociaciones vecinales. Por ejemplo, en Alcalá de Henares (Madrid) familias y jóvenes de la parroquia Santiago Apóstol representan la Pasión de Cristo el Martes y Miércoles Santo desde hace años.
La Semana Santa murciana está marcada por las imágenes de este famoso escultor. La mañana del Viernes Santo procesiona con ocho pasos de Salzillo la Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno. Son los «salzillos», apodados también «moraos» debido al color de sus túnicas. Por la tarde, salen dos hermandades de la Cofradía de los Servitas de María Santísima de las Angustias. Llegada la noche, es el turno de una de las cofradías más antiguas de Semana Santa, la del Santo Sepulcro, que data de la segunda mitad del siglo XVI.
Esta ciudad alicantina es conocida por ser la principal productora mundial de palma blanca. Entre sus destinatarios se encuentran el Papa o la Casa Real. Desde 1371, cada Domingo de Ramos, las principales calles de la ciudad alicantina se llenan de ilicitanos y foráneos que portan palmas de diferentes y espectaculares formas y tamaños mientras acompañan el trono de Jesús Triunfante.
Desde el Viernes de Dolores se celebran en Lorca (Murcia) unas representaciones del Antiguo Testamento y de la simbología cristiana en las que participan carros, carrozas y caballos. Para ello, una de las principales avenidas de la ciudad se cubre de arena, y se instalan gradas para los asistentes. Son seis las cofradías que participan en estos desfiles, cada una identificada con un color distinto que representa un pueblo concreto del Antiguo Testamento.
Es un ejemplo de avivamiento de la tradición en el País Vasco. Resurgió en 1996 de la mano de un pequeño grupo de devotos tras estar años sin salir a procesionar. Los cofrades de esta hermandad visten, además de con su capirote y túnica, con una capa blanca y guantes negros. Serán diez días en los que 14 pasos procesionales recorrerán las calles de la ciudad, portados por cerca de 2.000 costaleros. La Semana Santa finalizará en Bilbao con la procesión de la Luz y la Resurrección, que saldrá el domingo 4 de abril de la catedral de Santiago.