Ana de Casañate, viuda noble, dio a luz a escondidas en el año 1600 a un bebé ilegítimo y encargó a su criada que lo arrojase a una acequia. Un alcaide descubrió a la mujer con el bebé y se lo impidió; más aún, cuidó al niño en su casa 9 años. Aquel bebé «no deseado», que pasó la infancia cuidando ovejas hasta que lo reconoció su padre, llegó a ser político de confianza de Felipe IV, virrey de México, obispo de Puebla, mecenas de las artes, defensor de los indios y, con la firma de Benedicto XVI en su decreto de beatificación, beato de la Iglesia católica.
Juan de Palafox murió en 1659 como obispo de Osma (Soria), y en 1666 se descubrió su cuerpo incorrupto. En 1769, un párroco de 66 años, tuberculoso y moribundo, rezó con una firma de Palafox entre sus manos. Cuatro horas después despertó completamente sano. Su médico de Fuentemolinos (Soria), otro de la cercana aldea de Roa y un tercero describieron al tribunal todos los síntomas de un enfermo terminal de tuberculosis. La detallada documentación de esta curación inexplicable respalda el milagro que permite beatificar a Palafox, modelo de político honrado y buen obispo que en México se recuerda con orgullo.
Benedicto XVI también ha firmado el decreto que permite canonizar a Bonifacia Rodríguez Castro. Su padre, sastre, murió cuando ella tenía 15 años, y desde esa edad trabajó duramente en tareas de cordonería y pasamanería. Bajo la dirección espiritual del jesuita catalán Francisco Javier Butinyà, muy interesado en la santificación de la vida obrera, fundó las Siervas de San José en Salamanca en 1874. Su modelo era la familia de Jesucristo, la casa-taller del carpintero de Nazaret. Actualmente, más de 700 mujeres consagradas como Siervas de San José trabajan por la promoción de la mujer y la evangelización en trece países.
El Papa ha aprobado también el milagro que servirá para beatificar a Madre María de la Purísima (de nombre civil, María Isabel Salvat), que fue sucesora de Santa Ángela de la Cruz como superiora de las Hermanas de la Compañía de la Cruz, una de las congregaciones con más vocaciones en España.
Además de aprobar los milagros de los tres eclesiásticos españoles,Benedicto XVI ha firmado el decreto de beatificación de un compatriota suyo, el sacerdote alemán Gerard Hirschfelder, de la diócesis de Glatz, que murió en 1942, con 35 años, en el campo nazi de Dachau, donde los alemanes encerraron a miles de clérigos católicos.
El Papa también ha reconocido las virtudes heroicas de la monja paraguaya María Felicia Guggiari Echevarria, carmelita descalza fallecida en Asunción en 1959. Es su primer paso hacia los altares.
Por último, el Pontífice ha aprobado la beatificación de la religiosa italiana Anna Maria Adorni (18051893), fundadora de las Siervas de la Beata María Inmaculada y del Instituto del Buen Pastor de Parma, con fuerte presencia en Italia.