El conocido escritor católico Juan Manuel del Prada, advirtió que «lo que caracteriza nuestra época es la claudicación de los valores y la renuncia inconsciente de los principios basados en la fe, que nos ha llevado a que Occidente, y España de manera más rápida y virulenta, viva un proceso de autodestrucción».
En su ponencia titulada «¿Quo Vadis, España?» (¿Adónde vas, España?), en el marco del V Foro sobre Educación y Solidaridad que organiza la Gran Asociación de Beneficencia Nuestra Señora de los Desamparados, en Valencia, el también colaborador de L’Osservatore Romano y otros diarios, analizó la situación por la que atraviesa el país ibérico como consecuencia de la pérdida de la fe.
El también ganador del Premio Planeta explicó que la religión cristiana ha propiciado muchos de los avances de la humanidad, que tiene su «última expresión» en los Derechos Humanos. Por eso, declaró, «la ruptura con la fe es también una ruptura con el sentido profundo de los Derechos Humanos, que han dejado de ser un reconocimiento de la dignidad y se han convertido en concesiones graciosas que el poder nos otorga para satisfacer nuestros caprichos».
Para Juan Manuel de Prada uno de los principales motivos de los males de nuestra sociedad es el culto a la libertad sin controles, lo que «en realidad nos hace más esclavos que nunca». Desde su punto de vista, «enalteciendo la libertad hemos convertido en sagrada e intocable a la democracia actual, aunque este sistema de gobierno, como cualquier otro, puede acabar degenerando en una tiranía», informa Aci.
«Las tiranías modernas son infinitamente más poderosas que las clásicas, porque en lugar de reprimir y censurar, permiten libremente la expresión de todos los pareceres, consiguiendo que la gente no tenga conciencia de estar sometida», afirmó.
Para ejercer ese poder, los gobiernos han llevado a cabo lo que Prada llama «un proceso de ingeniería social de destrucción» que se basa en romper los vínculos entre las personas, especialmente los familiares. De esta manera, el trabajo se ha impuesto como el objetivo principal en nuestras vidas, agotando el tiempo que los padres dedican a los hijos.
También denuncia que «se ha exaltado el egoísmo enmascarado de libertad» y se ha roto con la función inherente a la familia de transmisión de afecto y de la vida. Como ejemplo de esta grave deshumanización que sufre la sociedad española citó la ley del aborto: «A lo que es un crimen se le llama derecho», alertó.