«Vuelvo a lo mío, a los brazos de Dios y claro: me siento como el hijo pródigo» aseguró el padre Raúl Martínez, de 50 años, quien volverá a oficiar misa este domingo en el pequeño pueblo de Cura Brochero, en las serranías de la provincia argentina de Córdoba (centro).
 
Martínez dijo que su vida cambió en 1992, cuando un alud arrasó con Cura Brochero con el resultado de 35 muertos y la gente lo convirtió en un líder popular para lograr la reconstrucción del poblado.
 
«Ese aluvión cambió mi vida, porque fue también un aluvión en mi mente, en mi corazón. Surgió un torbellino de dudas en mi interior. Y además me había enamorado. Estaba llevando una doble vida. Quería formar una familia, tener hijos. Dos años después (en 1994) me fui de la Iglesia», recordó.
 
El religioso contó que se puso «de novio» con «la señorita» de la que estaba enamorado, pero la relación «duró dos años» y «no funcionó», por lo que se vio envuelto «en una crisis tremenda». «Para sobrevivir vendí aceitunas, puse un kiosco de golosinas. Pero para la gente seguía siendo el cura. Y, encima, algunos iban a consultarme cuando se sentían mal. No eran confesiones, pero casi», apuntó.
 
Martínez dijo que resolvió volver a tomar los hábitos hace diez años y que la Iglesia terminó por aceptar su regreso «sin impedimentos» tras las gestiones de un obispo para que el Papa Benedicto XVI diera el visto bueno. «Tuvo mucho que ver el hecho de que no me casé, que no conviví nunca con mi novia, que no tuve hijos. Hice terapia con un psicólogo amigo que me ayudó mucho. Y ahora estoy de vuelta», comentó, informa Efe.
 
En la Iglesia «hay más madurez», aseguró el religioso, quien señaló que su familia ha tomado «muy bien» su decisión de volver a tomar los hábitos. «Yo ahora estoy ejerciendo a pleno mi libertad, mi realización personal volviendo a la Iglesia. Vivo un estado fuerte a nivel de fe. Creo que antes me equivoqué: cuando busqué por mi propia cuenta hacer mi propia voluntad en lugar de lo que Dios me pedía», matizó.