Juan del Carmelo nos recibe en su casa, en las afueras de Madrid, en un amplio despacho lleno de libros, la mayoría de ellos con títulos y autores santos o religiosos, además de un clásico mobiliario, objetos y recuerdos de carácter familiar que dan fe de la vida de una persona. El motivo de la entrevista es la edición de su último libro: «Glosas de amor a Dios (I Parte)», publicado por Dagosola, y que ya está a la venta.
En un sofá de cuero inglés situado al lado de su mesa de trabajo, nos sentamos a conversar, mientras un perro de raza weimaraner también se acomoda a los pies de su dueño. Se respira un ambiente sosegado que es el que nos estimula a una íntima conversación y comenzamos preguntándole:
- Hemos leído este último libro suyo publicado y quisiéramos aclarar y ampliar algunos puntos. En ReL aparece una biografía extractada suya, pero nos gustaría saber: ¿Que más nos podría decir acerca de Juan del Carmelo?
- Bueno, como usted bien sabe Juan del Carmelo, es un seudónimo que empecé a utilizar a raíz de mi conversión. El uso del nombre de una persona determina siempre un cierto grado de posesión sobre la misma, esto se tenía muy en cuenta en la antigüedad sobre todo en oriente, de aquí que el nombre del Señor, jamás era pronunciado en Israel, nadie podía ni puede tomar posesión del Señor. Moisés cuando recibió el encargo de liberar al pueblo israelita, le preguntó al Señor: “Cuando me pregunten: ¿Cuál es su nombre?, ¿qué les responderé?” Y le dijo el Señor a Moisés: “Yo soy el que soy”.
En la vida espiritual cuando una persona sufre un cambio gozoso, es frecuente el escoger un nuevo nombre, como signo de su entrega al Señor, a fin de que Él tome posesión de quien se le ha entregado, así tenemos que el Señor cambió el nombre a varios patriarcas en el A.T. como es el caso de Abraham, el de Sara o el de Jacob que pasó a llamarse Israel. Dentro de la Iglesia, tenemos el caso de los miembros de órdenes religiosas, que al tomar estado cambian de nombre, o el del Sumo pontífice que cuando es elegido, lo primero que se le pregunta es por el nombre con que quiere ser conocido.
- Pero, ¿por qué escogió el nombre de Juan del Carmelo?
- Tras mi conversión, pensé que el corte con mi vida anterior debía de ser profundo, tenía necesidad de quemar mis naves tal como hizo Hernán Cortés, y como había iniciado el servicio al Señor mediante la escritura, ello me generó el deseo de utilizar un seudónimo, que a más de uno le ha hecho pensar que soy una personas consagrada, pero como usted bien sabe, esto no es así. Cuando escogí el nombre de Juan del Carmelo, tuve muy en cuenta mi amor al Carmelo Teresiano, pues la espiritualidad carmelitana es para mí, la que más se acomoda a mi forma de pensar y de ser y es en ella, donde me encuentro más a gusto.
- ¿Podría dar más información de Juan del Carmelo ya que sus lectores quieren conocerle mejor?
Por lo demás, de Juan del Carmelo, solo le puedo resaltar que lo más importante, es que se trata de una persona tremendamente enamorada del Señor y de su Madre, y que este amor es lo único que le mueve a escribir, pero solo de temas con Ellos relacionados. Desde que empecé a escribir después de mi conversión, ni antes de ella ni después, he escrito nada relacionado con la política, la historia, la ficción, u otros temas que no fuesen los estrictamente espirituales. Tuve la osadía de lanzarme a escribir solamente azuzado por el amor que el Señor despertó en mi alma.
- Veo que su conversión le marcó tremendamente y que para usted hay un antes y un después: ¿Cómo fue?
- Todo aquel que tiene una inquietud espiritual está convirtiéndose continuamente. La vida espiritual de una persona es siempre una continua conversión, es la ascensión hacia el Señor por una escalera en la cual, cada peldaño de ella es una pequeña conversión.
Cuando somos pequeños nos bautizan, naturalmente me refiero a los que están bautizados, y el Espíritu Santo además de abrirnos las puertas del cielo, otorgándonos la condición de hijos de Dios, nos implanta también el germen de una semilla espiritual que con el tiempo podrá convertirse en un esplendoroso y tremendo árbol de amor a Dios o simplemente solo adquirir la condición de una pequeña planta de dos hojitas que ni siquiera levante tres centímetros del suelo. Todo depende de que uno haya sido dócil, a las mociones e inspiraciones del Espíritu Santo o que no lo haya sido.
El crecimiento de la planta hasta llegar a convertirse en un árbol, es lento e inapreciable, dura exactamente lo que dura una vida humana. Pero ocurre que hay casos, en que una persona, que antes no se ha preocupado debidamente de hacer crecer el árbol, un día determinado por la razón que sea, Dios le hace ver a esta persona el error que está cometiendo y ella reacciona con la fuerza llamada de un converso. En este caso dada la notoriedad del cambio, este no pasa desapercibido a nadie de los que rodean a esta persona.
La escala de valores que sirven de pauta de conducta al hombre, le queda alterada al converso, de la noche a la mañana. Es el fuego del amor a Dios, ese fuego que vio Moisés en el monte Horeb y que está y sigue vivo en el corazón de muchos amantes del Señor. Es el fuego que abrasó a Santa Teresa; es un fuego que quema, pero bendita quemadura que le hace al alma desear quemarse más.
En una de las reseñas que le hicieron a uno de mis libros, no recuerdo a cual de ellos, en la web del Arzobispado de Madrid, se aludía a mi condición de converso, por la pasión que ponen todos estos en lo que hacen y mencionaba a André Frossard. Este escritor francés era hijo de uno de los fundadores históricos del Partido Comunista Francés. Sus padres lo criaron en el ateísmo,
- Por la lectura de las glosas que se recopilan en este libro, veo que en ninguna de ellas se hace referencia a temas de actualidad. ¿Cómo es eso?
- Efectivamente así es. Cuando Álex del Rosal, director y factótum de ReL, me ofreció colaborar en la revista, que más que revista es ahora un esplendido diario de información religiosa, observé que todos mis compañeros, se ocupaban preferentemente del comentario de temas de de actualidad referidos al ámbito religioso, con referencia principalmente a la serie de barbaridades que estos gobernantes que soportamos están haciendo y observé que lo hacían y lo siguen haciendo muy bien; por lo que pensé que nada tenía yo que aportar y mucho menos entrar en competición con tan destacadas plumas, y estime que mis glosas habrían de tener un sentido estimulativo de la meditación que si exceptuamos a la contemplación, es esta la clase de oración más excelsa que nosotros podemos realizar, ya que la meditación cuando es profunda, es siempre, la antesala de la contemplación.
Y esta decisión la tomé en base a dos consideraciones. La primera de ellas, es la de que nunca a lo largo de más de dos mil años, nos ha sido fácil la vida a los cristianos, nada hay nuevo sobre la tierra y estos pobres hombres políticos que instigados por el demonio tanto mal están causando y más que tratan de causar pasarán, como en su día pasaron los emperadores romanos y sus persecuciones o Juliano el apóstata, y más modernamente, Voltaire, los enciclopedistas, Lenin, Stalin, o Hitler. El Señor nos aseguró que: “las puertas del infierno nunca prevalecerán frente a la Iglesia”, que en definitiva somos todos nosotros, por lo que bien está informar e informarse sobre los desmanes que están ocurriendo, pero sin que ello nos lleve a la ira y al odio frente a estos gobernantes, que son criaturas de Dios a las que Él también las ama, no ama sus conductas pero si sus almas dominadas por el maligno.
En segundo lugar, pienso que más hace la fortaleza de la vida espiritual que ninguna otra fuerza instigada por el maligno. La iglesia siempre ha sido grande cuando el nivel espiritual de sus miembros era alto, lo mismo que ocurre con las órdenes religiosas, en las que su riqueza no está en los edificios y propiedades que puedan tener, sino en un alto nivel de la vida espiritual de sus miembros y de esto debe de preocuparse el superior correspondiente. Un mal final se le puede augurar a cualquier movimiento u orden religiosa que se obsesione por el dinero, más allá de lo que es estrictamente necesario, porque de lo demás se ocupa el Señor.
Por todo lo dicho, creí que lo más conveniente era que mis glosas tuviesen por finalidad el estimular la vida interior de los posible lectores y apartarme de los temas de actualidad, porque más se arreglarán estos rezando que protestando, como ya expresé en una glosa titulada “Menos ruido y más oración”, que publique el 8 de enero de este año y que figurará en la segunda parte de este libro. Yo soy plenamente consciente de que escribo para un determinado número de personas, que buscan más que la noticia, acercarse más íntimamente al amor de Dios.
- Sin embargo, si hemos podido observar que en sus glosas hay algunas que más bien tienen un carácter histórico, incluso en las que podríamos calificar de estrictamente espirituales se cuela alguna anécdota o ironía.
- En el Deuteronomio existe un versículo que dice: “No pondrás bozal al buey que trilla” (Dt 24,4), versículo este que San Pablo utiliza en dos ocasiones (1Co 9,9 y 1Tm 5,18). No todo puede ser arduo.
Para muchos una glosa pura y dura de contenido espiritual se le hace un ladrillo difícil de digerir. Un hombre de campo sabe perfectamente que para la alimentación de un caballo hay que mezclar el grano con bastante paja, no se puede alimentar al animal solamente con grano, necesita la paja para digerir el grano. Conviene mantener la atención del lector y la novedad y lo intranscendente nos engancha más a la lectura que lo trascendente. Por ello, trato de llenar las glosas o algunas veces hacerlas íntegramente con la paja y la hojarasca con la que el Señor me quiera iluminar.
Se dice generalmente que a Dios le hablamos por medio de la oración y que Él nos habla a nosotros por medio de la lectura, por ello el escritor debe de hacer lo posible para que su libro, como vulgarmente se dice “enganche”. Porque si el lector se engancha, tarde o temprano un párrafo o un pensamiento del libro que puede ser, que a la mayoría le pase desapercibido, a él le puede impactar y llevarle a meditar, tal como puede ser el deseo de Dios.
- ¿Por qué incide más en determinados temas que en otros?
La estadística del programa informático me indica el número de entradas de lectores a las glosas que un día sí y otro no público, y como es lógico hay temas que apenas suscitan interés y otros en los que las entradas de lectores se disparan. Por ejemplo sé perfectamente que si escribo sobre el tema de los ángeles o los referentes al más allá, tengo asegurada un gran número de entradas.
Pero mi objetivo no es tener éxito, sino ayudar con lo que escribo a los que tienen una inquietud en el orden espiritual, no tratando de aclararles sus dudas, para lo cual no me considero capacitado, sino haciéndoles comprender que solo por medio de la oración, pueden alcanzar la paz interior que muchas veces sin ellos saberlo es lo que desean.
Este trabajo tiene una parte muy reconfortante en los comentarios y correos directos de carácter positivo que recibo, de almas en las que claramente se ve que el Espíritu Santo inhabita en ellas. Muchos de estos correos por razón de las glosas en ReL o de anteriores libros míos, los recibo de Hispanoamérica y aunque me aumentan mucho el trabajo de contestarlos, me resulta sumamente gratificante el hacerlo. Y sobre los deseos de esta clase de personas, trato de centrar el contenido de lo que escribo. Una vez descubrí un escrito de San Agustín, que para mí fue un tesoro, pues daba normas y consejos para los que se dedicaban a escribir, y a estas normas y consejos trato de atenerme.
- Hablemos de sus libros. Y especial sobre este último ¿Cuáles son las características técnicas de este último libro recién publicado? ¿Dónde y cómo se puede adquirir? Y que más me puede decir sobre él.
- Este último libro, que motiva esta entrevista hace el número catorce de los que llevo publicados. Su título: “Glosas de amor a Dios (I Parte)" con el Isbn 9788461361243. Como usted sabe el número del Isbn (International standing book number) es importante en la bibliografía pues es el pasaporte internacional de un libro.
- ¿Habrá una segunda parte de estas glosas?
- Sí, y llegaré hasta donde Dios disponga. Lo que pasa es que el trabajo de publicación de las glosas me frena mucho la escritura de otros libros y lo que es peor, mi propia lectura de otros libros, pues yo también tengo una enorme necesidad de que Dios me hable.
Centrándonos en este libro en este libro que nos ocupa, le diré que el contenido esencial son las setenta y cinco primeras glosas publicadas en ReL desde el día 15 de mayo del pasado año en que comencé mi andadura, amén de un inmerecido prologo de presentación de Juan del Carmelo y una extensa introducción.
El libro consta de 276 páginas en un formado de 14x21 y su precio con iva incluido es de 16 €.
-¿Dónde se puede adquirir el libro?
Se puede adquirir este libro o cualquiera otro de los que he escrito, en librerías religiosas o solicitarlo, si no lo tienen en ese momento disponible.
También puede adquirirse en internet donde se lo enviarán a su domicilio al que lo demande, entrando en Google, en la web “Read on Time”, una vez dentro de esta web, poner el número del Isbn 9788461361243, y podrá formalizar el pedido recibiendo el libro en su casa entre 48 y 72 horas, si se trata de España, pues Read on time también envía este libro u otro mío, a cualquier país de habla española. También es posible adquirirlo a través de Amazón.