(Zenit) El arzobispo de Sydney afirma que la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) está ayudando a restaurar un elemento clave para la vida de la Iglesia: el sacramento de la reconciliación. Con este fin, el cardenal George Pell aseguró que el sacramento está disponible en la ciudad anfitriona esta semana. Los sacerdotes, que recibieron con su acreditación un calendario de confesiones, están situados a lo largo de toda la ciudad en auténticos confesonarios improvisados. Se les puede ver bajo los árboles del Domain, en torno a las aguas del Puerto Darling y en los huecos de cada iglesia de la ciudad. La Universidad de Notre Dame ha instalado seis zonas de confesiones, que según informa Alton Pelowski de Michigan nunca están sin penitentes. "Es impresionante ver la reverencia y determinación de cada joven peregrino en busca de significado", explica a Zenit. Probablemente el sitio más visitado para recibir este sacramento es el Centro de Adoración y Reconciliación en el Centro de Convenciones y Exhibiciones de Sydney, que registra nutridas filas de penitentes que desembocan allí tras asistir a sus catequesis matinales. Otros lugares accesibles son la imponente Opera House, el Domain, y eventualmente los pabellones del Hipódromo de Randwick, que el sábado y el domingo será el lugar de la vigilia y la misa de clausura, presididas por Benedicto XVI. El cardenal Pell explica a Zenit que está determinado a repetir la efusión del espíritu necesario para la plena reconciliación con Cristo de la que fue testigo en el año 2000, durante la Jornada Mundial de la Juventud de Roma. El cardenal considera que cuando la gente joven tiene la oportunidad de recibir el sacramento de la reconciliación, normalmente acude. "Hemos visto en la escuela de la catedral y en nuestros grupos de la Jornada Mundial de la Juventud que casi todos lo hacen, y los no católicos desean acudir también --añadió--. Aunque no pueden recibir la absolución, pueden venir para una charla y desnudar su alma". El cardenal Pell dijo que está "convencido de que un elemento significativo tras la rabia y la hostilidad de mucha gente joven es el efecto de la culpabilidad desplazada, y todo lo que se dice sobre la primacía de la conciencia no les ayuda". "La gente se siente culpable --añadió--, aunque no le llamen culpabilidad. Tratan de enterrarla dentro de sí, pero después emerge en toda suerte de direcciones inesperadas". "En un tiempo en el que hay un creciente negocio de psicología, autoayuda, etc. --reconoce el cardenal--, es triste que se dé una caída en la práctica de la confesión, y la Jornada Mundial de la Juventud está ayudando a renovar esto: uno de los más importantes dones que la Iglesia ofrece".