El escultor jefe de la Sagrada Familia, Etsuro Sotoo, estuvo ayer en Madrid para participar en un congreso internacional de la Asociación Española de Personalismo bajo el título «¿Quién es Dios? La percepción contemporánea de la Religión», que se ha celebrado en la Universidad CEU San Pablo de Madrid. En concreto, Sotoo compartió mesa redonda sobre la representación de la trascendencia con el director del Departamento de Cine de la Conferencia Episcopal, Juan Orellana, y el director del Teatro de Cámara Chéjov, Ángel Gutiérrez.

El maestro escultor japonés, pese a vivir en España desde hace más de 30 años, sigue manteniendo, para el profano, ese halo de misterio que lo oriental tiene para el occidental. Incluso, utiliza expresiones un tanto crípticas a veces, al más puro estilo haiku.

Sin embargo, tiene las ideas muy claras.

- ¿Cómo ha recibido el anuncio de la visita del Santo Padre a Barcelona?
- No sólo es significante, sino que cambia el mundo para el templo de la Sagrada Familia, porque, hasta ahora, simplemente está en construcción, salvo la pequeña parte que se usa como parroquia. Con la visita del Papa se produce una revolución para la Sagrada Familia, porque se reconocerá universalmente como templo. Ya son 128 años construyéndola y la gente es consciente, pero, a veces, los trabajadores olvidan que estamos construyendo un templo, no un garaje, un rascacielos o unas oficinas. Esta ha sido mi lucha los últimos años: que todo el mundo sepa que es un templo.
 
- Probablemente tenga ocasión de saludar al Santo Padre. ¿Qué le gustaría decirle bajo las torres de la Sagrada Familia?
- Espero tener esa ocasión. Este Papa es muy inteligente y con la mirada ve la verdad de la gente. No creo que tenga ocasión de hablar, pero me gustaría mirarle a los ojos y, aunque no pronuncie palabra, transmitirle mi pensamiento.
 
- Volviendo a la construcción del templo. Decía que ha intentado transmitir a los trabajadores el espíritu de Antonio Gaudí…
- Eso es. Normalmente, debajo de una farola está muy oscuro, pero ilumina kilómetros más allá. La construcción no es fácil y la realidad es cruel. Normalmente no hay mucho espacio para hablar de la espiritualidad de Gaudí, porque nos centramos en encontrar soluciones a los problemas del día a día. La visita del Papa me produce una alegría enorme, porque así el deseo de Gaudí se hace firme y ahora tenemos una piedra enorme para seguir construyendo.
 
- ¿Se refiere a construir un templo espiritual más allá de las piedras que forman la Sagrada Familia?
- Sí. Hoy en día, la mayor dificultad que vivimos es construir la sociedad para lograr la felicidad de cada uno. Pero en esta sociedad muy poca gente es consciente de que se está construyendo y lo necesitamos. Porque la verdadera educación no sólo puede darse en la Universidad o en casa, sino también en otras partes de la sociedad. La verdadera educación que damos a los jóvenes -y a nosotros incluso-, está en la sociedad. Pero, ¿quién cuida de la sociedad? ¿Quién construye la sociedad? Hoy lo importante no es sólo enseñar a sobrevivir, sino a convivir. Y esta sociedad actual está concentrada en sobrevivir y eso es muy pobre.
 
- ¿Cómo se logra que la materia que se ha usado para construir el edificio tenga una trascendencia espiritual?
- Es un trabajo del día a día en el que, sobre todo los escultores, deben darse cuenta de que es una ocasión que se nos ha dado -sobre todo gracias a Gaudí- para poder expresar la espiritualidad de este sitio. Si despreciamos esta ocasión, despreciamos todo. Es muy difícil que tengamos ocasión de crear cosas nuevas, sólo sabemos aprovechar, comer y gastar. Es una gran oportunidad, como un gran lienzo en blanco para un pintor. Esto es la Sagrada Familia. No debemos despreciarlo.
 
- Aún quedan 10 torres por construir de las 18 proyectadas. ¿Qué diría Gaudí de verla terminada?
- Gaudí decía respecto a la construcción de este templo, que «cuanto más tiempo, mejor». ¿Por qué? Porque nuestra inteligencia está muy limitada y sólo entrando en la Iglesia descubrimos muy pocas cosas. Trabajando y construyendo, podemos descubrir muchísimas más, aprendemos mucho más. Pero con una condición: siempre sin olvidarse del amor. Nosotros no podemos crear nada, solamente encontrar en la naturaleza. Primero amor y después técnica. A veces caemos en poner la técnica por delante del amor. En la puerta de mi taller lo tengo escrito. Espero que toda la gente, incluidos los trabajadores y dirigentes de la Sagrada Familia, recuerde que esto es una casa de amor y que estamos construyendo un gran símbolo de amor.
 
- ¿Le molesta que pueda convertirse la Sagrada Familia en un monumento más de un arquitecto genial y que la gente sólo se fije en las maravillosas formas modernistas y que no vaya a visitar el sagrario acogido entre sus muros?
- Esto es lo que me ha traído a hablar en Madrid. Para la mayoría, el arte es una inversión, algo no necesario, pero que, si se tiene dinero, se puede comprar. No es así. Vengo a hablar del arte. El arte es fe y es difícil de explicar para un no creyente. Sin fe no hay arte. Como dice Gaudí, todo lo que es belleza o arte es un esplendor de la luz de la verdad. El arte sin amor no existe. Ahora parece que está separado de la búsqueda de la verdad, pero nunca lo está.
 
- Es lo que se refleja en la carta de Juan Pablo II a los artistas, en la que se habla del auténtico arte como un reflejo de la eternidad de Dios…
- Efectivamente. Sin fe no puede existir el arte.
 
- En España, quienes se proclaman representantes del mundo del arte y la cultura, también se presentan como lejanos a la fe. ¿Qué propuesta haría para que se comprendiera que esto no es necesariamente así, que el arte no tiene por qué estar alejado de Dios?
- Tengo ojos de extranjero y veo las cosas de forma diferente. Normalmente las cosas curiosas se descubren a través de los ojos de un extranjero. Por eso digo sin miedo que aquí se nota que hay quien se ha ido muy lejos. Sin embargo, tranquilizaría a los españoles. Pueden ir lejos porque España tiene una madre fuerte. Por eso pueden ir muy lejos. Porque quien no tiene madre no puede ir lejos. Esa madre es la fe. Pero hay que estar tranquilos, mientras esté esta madre.
 
- Entonces, en este campo, hay mucho hijo pródigo en España…
- Sí. Pero son pocos y pequeños. Por eso digo que hay que estar tranquilos. Lo que hay que hacer es cuidar de vuestra madre, que es también la mía. Hay que tratarla bien, hay que cuidarla bien. Ese es nuestro trabajo.
 
- Lleva más de 30 años en Barcelona, ¿cree que logrará terminar la Sagrada Familia?
- Eso de terminar… Nosotros automáticamente usamos la palabra terminar, pero en el mundo no hay nada terminado. El mundo sigue. Sólo somos humanos que nos obligamos a pensar que las cosas tienen que terminar. Pero esa es sólo una cuestión de la economía. Si no está terminada, no se puede vender. Pero, en el mundo, nada está terminado.