El lunes, la ministra de Justicia, Sabine Leutheusser-Schnarrenberger, del partido FDP, de ideología liberal, acusó a la Iglesia de haber tejido un «muro de silencio» y de refugiarse en una norma de 2001 firmada por el cardenal Ratzinger (hoy Benedicto XVI) para decretar silencio sobre estos casos.

El obispo de Ratisbona, Gerhard Ludwig Müller, acusó el jueves a la ministra de pertenecer a una asociación «de tipo masónico, que presenta a la pederastia como una realidad normal, que hay que despenalizar, por lo que no puede criticar», según cita Efe. En una nota publicada por la diócesis, Müller pide al Ministerio «que presente la prueba de su acusación, según la cual, la Iglesia obstaculizaría las investigaciones. Si no puede ofrecer esta prueba, le pido que no manipule su autoridad».

Y añade: «en Ratisbona, como en otras diócesis de Alemania, según la directiva de la Conferencia Episcopal, toda indicación de un delito de abuso se examina inmediatamente con cuidado. Si se refuerza la sospecha, pedimos al presunto culpable que se autodenuncie. Si no lo hace, la diócesis informa al fiscal. Si, en contra de nuestra recomendación, una víctima decide que no va a denunciar, actuamos según la voluntad de la víctima. No existe la obligación de denunciar».

La norma de 2001 que mencionó la ministra simplemente pide el silencio procesal normal de cualquier juicio canónico, y no impide a nadie acudir también a las autoridades civiles. Por su parte, el presidente de los obispos germanos, Robert Zollitsch, se reunió ayer con Benedicto XVI y le explicó los casos conocidos y las medidas que se están tomando, como que el obispo de Tréveris, Stephen Ackmann, centralice el trato de cada caso, que se ayude a las víctimas y a sus familiares en el plano psicológico y pastoral, que las parroquias adopten una «cultura de la vigilancia» y que las diócesis investiguen todos los casos, también los antiguos.

Un portavoz del arzobispado de Múnich confirmó ayer al diario «Süddeutsche Zeitung» que en 1980, siendo Ratzinger el arzobispo, la diócesis acogió un sacerdote expulsado de Essen por su tendencia pedófila. Fue condenado en 1986 por reincidir. En 1982 Ratzinger dejó la diócesis. El ex-vicario Gerhard Gruber asumió la responsabilidad del caso.