«La sexualidad homosexual manifestada en una relación entre personas del mismo sexo es, de hecho, absolutamente destructiva para el corazón de la enseñanza cristiana porque a Dios como Creador, a Dios como Maestro y a dios como Redentor», ha asegurado el arzobispo John Hepworth, jefe de la Comunión Anglicana Tradicional.
«No hay lugar en el cristianismo para condenas por la fuerza bruta o el odio», ha asegurado sobre la homosexualidad. Sin embargo, «hay un espacio claro y absoluto para enseñar lo que Cristo enseña. Si hay una cosa clara en el Antiguo y el Nuevo Testamento es la homosexualidad».
El arzobispo realizó estas declaraciones a Life Site News en Nueva Escocia, donde se encuentra en mitad de su gira para animar a las parroquias de la Comunión Tradicional Anglicana a sumarse a la oferta de unión a Roma realizada por Benedicto XVI.
El arzobispo elogió del mismo modo el tratamiento que de la homosexualidad se realiza en el Catecismo de la Iglesia católica (tratados principalmente en los números 2357 a 2359). «El Catecismo de la Iglesia Católica es absolutamente perfecto», concretó. «Enseña lo que la Iglesia enseña y a partir de ahí nos muestra una orientación pastoral».
La Iglesia siempre ha pensado que los homosexuales «son bendecidos en otras formas», ha asegurado el arzobispo. «Hemos de ser hábiles para enseñar esto… Dios les da otras cosas para combatir este desorden».
«Sólo necesitamos ser mucho más positivos. Si simplemente condenamos (la homosexualidad) no lo lograremos, ni lo estamos logrando», continuó. Por otra parte, monseñor Hepworth señaló con pesar que «también hemos sido muy reticentes a enseñar exactamente cómo Dios está presente en el matrimonio. De hecho, la mayor parte de las parejas piensa que Dios tiene poco que ver con el matrimonio». «Creo que debemos enseñar más en profundidad sobre esto», añadió.
El arzobispo describió la unión del marido y la mujer como «un camino de Dios para el mundo, en el que el Creador está más cercano a nosotros». El verdadero matrimonio, «es una relación abierta a la creación, abierta al amor, que es el amor de Dios, que es el Espíritu. Es, de hecho, donde Dios ha escogido para vivir en la familia».