El obispo Gea ha escrito un contundente artículo en su blog de «Religión en Libertad.com», a propósito de la sanción real de la llamada Ley del aborto, impulsada por el ejecutivo de Rodríguez Zapatero.
«Desde luego que muchísimos españoles – señala Gea Escolano–, y yo estoy con ellos, ni la guardarán (la ley del aborto) ni la harán guardar, pase lo que pase, por mucho que se empeñe el Gobierno. A nadie pueden obligar a cometer un crimen. La respuesta lógica es la desobediencia civil.
Monseñor Gea considera que «tratándose de una ley que permite el asesinato de miles y miles de seres humanos inocentes y todavía no nacidos, pasase lo que pasase y tuviese las consecuencias que tuviese, hubiese sido todo un gesto valiente y elegante de un rey católico el negarse a firmarla».
El prelado valenciano señala también las consecuencias de este gesto: «Puede que hubiese perdido muchas cosas, incluso, en el peor de los casos, puede que la corona, pero qué es eso comparado con los miles de vidas que se hubiesen podido salvar, aparte de que se hubiese podido granjear el aprecio y admiración de millones de españoles que rechazan esa ley absurda que concede a las madres el derecho de suprimir la vida de sus propìos hijos sin más. Ha sido una gran ocasión perdida».
Gea manifiesta que «si entre las competencias del Rey está el que la ley necesita de la sanción real como necesita del voto de la mayoría de los diputados para que tenga validez, de manera que si no firma queda anulada la aprobación del parlamento y habría que empezar de nuevo para vertebrar otra ley, al haberla firmado, su situación desde el punto de vista moral, es la misma que la de los legisladores que aprobaron la ley: exclusión de la comunión sacramental hasta que se arrepientan públicamente porque ha sido público el pecado».
El obispo emérito de Mondoñeto-Ferrol, sin embargo, también subraya otra posibilidad: «Si, por el contrario, el sancionar una ley con su firma es un acto formal al que no puede negarse, como podría ser algo así como levantar un acta notarial de la aprobación de la ley por el parlamento, no quedaría privado de la comunión».