Globos blancos, globos azules, globos rojos... Pancartas alusivas, banderas españolas... Y, sobre todo, gritos contra el Gobierno, música en el estrado y un ambiente de reivindicación y fiesta que sólo se rompió en dos ocasiones. Una, con un minuto de silencio inicial por todos los niños que no nacerán; y otra, por un réquiem interpretado al chelo con el mismo objeto por Pedro Alfaro.
Así transcurrió la Marcha por la Vida celebrada este domingo 7-M en Madrid entre la Plaza de Cibeles y la Puerta del Sol, que en el momento álgido de la concentración, en torno a la una y media de la tarde, se hallaba completamente abarrotada. También la calle de Alcalá, que recogía a decenas de miles de personas que no pudieron acceder al destino de la manifestación.
Aunque se preveía una jornada de lluvia, el agua no hizo su aparición, e incluso en algún momento salió el sol para calentar un ambiente en el que José Luis Rodríguez Zapatero y Bibiana Aido aparecían como los verdaderos nubarrones... al menos en algunos de los lemas coreados. Unos recordaban a la ministra de Igualdad, con mucha sorna, que el feto no es sólo un ser vivo, sino también un ser humano («Bibiana Aido / tu madre te ha parido»), o al presidente del Gobierno las ansias totalitarias de la ley, que no sólo liberaliza el aborto sino que impone en las escuelas la eduación sexual y la ideología de género: «Yo no quiero / que me eduque Zapatero», se gritaba.
Mientras tanto, la música del grupo toledano Siete Días animaba a los concentrados en la Puerta del Sol, dejando tiempo para que subiese por la calle de Alcalá la marea humana, esa que, al final, no pudo acceder a su destino, completamente bloqueado.
Por el camino se había hecho una parada en el Minsiterio de Igualdad, fuertemente pitado. Minutos antes, un grupo de embarazadas había llenado la puerta de pañales, como forma de exigir que las Administraciones Públicas apuesten por la maternidad, y no por la muerte.
El único incidente durante los 800 metros de recorrido lo protagonizó medio centenar de mujeres que provocaron a los asistentes al grito de «Nosotras parimos, nosotras decidimos» y llegaron a agredir a una anciana, que fue atendida por el Samur.
En el estrado se concentraron los mensajes. Condujeron el acto dos periodistas: El Pulpo (Carlos Moreno), de Cadena Cien, y Eugenia Marcos, presentadora de Los clones de Intereconomía, que agradecieron la labor de los organizadores, Derecho a Vivir, HazteOír, Médicos por la Vida y La Vida Importa.
El presidente de HazteOír, Ignacio Arsuaga, leyó un mensaje de adhesión del Word Congress of Families, y proclamó que «no pararemos» hasta lograr «que las sociedades de todo el mundo exijan que se abola el aborto».
La joven ginecóloga Sonsoles Alonso tranquilizó a los presentes sobre el hecho de que la mayor parte de los medicos «no queremos acabar con la vida de nuestros pacientes más pequeños».
Juan José Cortés, padre de Mari Luz Cortés (la niña asesinada en Huelva), criticó la ley porque «el Estado no puede amparar la opción de poder quitar la vida a otra persona».
Otra médico, Ondina Vélez, recordó las imposiciones educativas de la ley, e invitó a luchar por cambiar las cosas: «Aunque parezca que enfrente tenemos un gigante, no tenemos miedo».
El ex concejal del PSOE y miembro de Socialistas por la Vida, Joaquín Montero, hablo de la «hipocresía política» de Zapatero por «comprar voluntades para aprobar la ley» (en referencia, sobre todo, al PNV y a CiU).
La joven Goretti hablo en nombre de las niñas de 16 años a quienes el Gobierno va a permitir abortar sin consentimiento y, en la práctica, sin conocimiento paterno, y que van a ser «cosificadas» como instrumentos de usar y tirar en virtud de la ideología que impone la ley.
Gádor Joya, de Derecho a Vivir, cosechó muchos aplausos cuando volvió a usar la sorna para recordarle a Aido que el feto es un ser humano, y no sólo un ser vivo. Describió la ley como «ultrajante» para la mujer, pues «la deja tirada a las puertas de los abortorios».
Por último, la periodista Sonsoles Calavera, del semanario Alba, leyó el manifiesto final, como en el resto de concentraciones celebradas en las principales ciudades españolas, en algunos casos verdaderamente multitudinarias.
Cerraron el acto diversos jóvenes intérpretes que han participado en el concurso de canciones por la vida, abriendo el turno Myriam Fernández, una joven con parálisis cerebral a quien su madre había pensado abortar, pero en última instancia la dió en adopción.
"Canta por la vida,queremos ser la voz de los que no pueden hablar", reza su estribillo. Y no podría haber mejor resumen de lo que impulsó esta manifestación.