Un derecho es una licencia, el feto es un hijo y, al abortarlo, se le mata. Así que cuando el obispo auxiliar de Madrid Juan Antonio Martínez Camino afirmó que la ley del Aborto, aprobada en el Senado, concede una «licencia para matar a los hijos», estaba haciendo una descripción, más que una crítica.

Pero al PSOE no le ha gustado nada que el secretario de  la Conferencia Episcopal emplease un lenguaje tan nítido, y ha respondido con virulencia. Como casi siempre que habla la Iglesia, ha sido el diputado asturiano Álvaro Cuesta el encargado de responder, con un comunicado de estilo bronco como el que siempre reserva para censurar el ejercicio de la libertad de expresión de los católicos.

Según el secretario de Libertades Públicas del PSOE, las palabras de monseñor Martínez Camino son una «ofensa intolerable» a las Cortes y al sistema democrático, y «un menosprecio al principio de legalidad de extrema gravedad y trascendencia». No sólo eso: al describir la ley por la que se felicitaron, entre risas y abrazos, Leire Pajín, Carme Chacón y Bibiana Aido, su paisano (el obispo es de Santa Cruz de Marcenado, el político, de Oviedo) habría incurrido en expresiones «descalificadoras e injuriosas contra una ley de un Parlamento democrático» y en «una extralimitación de la Iglesia Católica y una ofensa al Estado español».

Cuesta ha llegado incluso a acusar a la Iglesia de «insurrección», recordándole que no tiene «bula» para criticar los «principios democráticos». Pero lo cierto es que también desde el PSOE han surgido voces críticas, llegando incluso a la dimisión por esta ley.



El anticlericalismo del diputado asturiano es conocido en el marco de la política española, y es casi siempre quien asume la voz cantante a la hora de responder a la Iglesia. Pero su virulencia causa perplejidad incluso en el seno del PSOE, donde algunos sectores critican sus sobreactuaciones. El mismo ex alcalde de La Coruña y actual embajador ante la Santa Sede, Francisco Vázquez, llegó a calificar de «casposas» las posturas de su compañero de filas, cuando Cuesta se pronunció de manera semejante sobre el debate de la financiación de la Iglesia.