En entrevista concedida al diario El Tiempo, el Cardenal explicó que el anterior Papa «murió como se mueren los hombres santos. Se despidió de sus colaboradores, del cardenal Ratzinger (ahora Benedicto XVI); incluso de quienes hacían la limpieza. Pidió que le leyeran todos los capítulos del evangelio de San Juan y así se preparó para irse. Causó una paz impresionante».
 
En Colombia adonde llegó para participar de un congreso sobre el legado de Juan Pablo II, el purpurado señaló que el proceso de beatificación del Papa peregrino «está prácticamente terminado. Para la beatificación es importante que la Iglesia reconozca un milagro en el que él haya intercedido. Hay un caso que se está investigando y es el de la sanación milagrosa de una monja francesa que padecía Parkinson».
 
Sobre la fecha de beatificación, el cardenal señaló que «no se sabe, pero su tumba es visitada por miles que le agradecen favores y eso fortalece su santidad. No sólo los cristianos quieren verlo santo; también los judíos y musulmanes. Hay que unirnos a ese grito de santo súbito».
 
Al hablar luego del cariño y el fervor de la gente para con Juan Pablo II, el cardenal Dziwisz comentó que «él cambió el mundo desde el punto de vista político y religioso; enseñó que la solución a los problemas está en la solidaridad y en el amor. Él sobrepasó todos los umbrales. Sus enseñanzas deberían ser aplicadas para ayudar a este mundo en crisis», informa ACI.
 
Respondiendo a quienes critican el tiempo corto que lleva su causa, el purpurado polaco dijo que sí podría decirse que ha sido rápido, «pero no se puede decir que se ha hecho mal. Ha sido un tiempo efectivo para profundizar en el legado que dejó. Los mismos que lo criticaron porque no les gustaba su actitud moral, son los que lo critican ahora».
 
Contestando la afirmación del libro «Por qué él es santo» sobre que Juan Pablo II se flagelaba y dormía en el suelo, el arzobispo de Cracovia dijo que «no puedo ni afirmarlo ni negarlo. Fue un hombre de una gran espiritualidad, su característica principal fue el espíritu de la oración y la contemplación. En muchos conventos todavía existe la penitencia a través de la flagelación, y eso lo hicieron otros grandes santos, como San Juan de la Cruz y Santa Teresa».
 
Finalmente el purpurado dijo que Juan Pablo II «siempre dijo que Hispanoamérica era el continente de la esperanza. Quería mucho a Colombia y tenía muchos amigos aquí, cardenales y sacerdotes, porque la presencia de Colombia en Roma siempre ha sido numerosa e importante».