En el 2009, Amada Rosa Pérez reapareció en un evento público en Medellín, con la misma timidez del principio, cuando quería ser modelo. Pero ya era otra: había sufrido una enfermedad que, poco a poco, le quitó el 40 por ciento de la audición en el oído izquierdo, se había convertido en una devota de la Virgen y una activista incansable de la comunidad religiosa Lazos de Amor Mariano. Incluso, se había cambiado de nombre: Amada Rosa de Jesús y María. Vive en Bogotá, sola, o como ella dice, con Dios y la Virgen, y reza uno o varios rosarios durante el día.
 
- ¿En qué trabaja ahora?
- Estoy haciendo un catálogo de artículos religiosos.
 
- ¿Qué pasó con la moda?
- Ser modelo significa ser un punto de referencia, alguien cuyas actitudes son dignas de reproducir y yo me cansé de ser una modelo de superficialidad. Me cansé de un mundo de mentiras, apariencias, falsedad, hipocresía y engaños, una sociedad llena de antivalores, en la que se resalta la violencia, el adulterio, la droga, el alcohol, las peleas, un mundo que exalta las riquezas, los placeres, la inmoralidad sexual y el fraude. Quiero ser modelo de promoción de la verdadera dignidad de la mujer y no de su utilización comercial.
 
- ¿Cómo empezó la transformación?
- Lentamente, por obra y gracia del Espíritu Santo. Empecé a cuestionar toda mi vida: me sentía inconforme, insatisfecha, sin rumbo, sumergida en satisfacciones pasajeras, pero siempre buscaba respuestas y el mundo jamás me las dio. Empecé a sentir una fijación por las camándulas; las usaba como accesorio. Recuerdo que estuve en Egipto, en la iglesia, y tuve una sensación de profunda paz y amor. Me di cuenta de que llevar puestas las camándulas no tenía ningún significado, entonces comencé a rezar el rosario a diario y volví a sentir esa paz.
 
Antes era una persona afanada, estresada, me alteraba fácilmente. Ahora vivo en paz, no me afana el mundo, disfruto cada momento que me ofrece el Señor. Voy a misa y rezo el santo rosario diariamente, al igual que la Hora de la Divina Misericordia a las 3 pm. Me confieso con frecuencia ante un sacerdote.
 
- ¿Por qué cambió su nombre?
- Cuando me bautizaron, era Amada Rosa Pérez Pérez. Después de conocer el amor de Dios me di cuenta de que era Amada Rosa de Jesús y María.
 
- ¿Cómo ve ahora ser modelo?
- Creo que detrás del maquillaje, las luces y las pasarelas, muchas veces se esconden vidas profundamente vacías y tristes.
 
- ¿Es divertida su vida ahora?
- Algunos pueden pensar que estoy loca... Bueno, la locura de Dios es más bella que la sabiduría de los hombres.
 
- ¿Se considera una beata?
- Si por beata se entiende a una amargada, gruñona y aislada, entonces no soy beata. Si por querer ser santa recibo ese título, entonces que me llamen como deseen. Solo busco y lucho por la santidad.
 
MARTHA MORALES M.
REDACTORA DE HOY