Tanto en educación como en predicación, Enrico Dal Covolo, de 59 años, sacerdote desde hace 31, está lejos de ser un novato: tiene más de 200 retiros en su haber. Profesor de literatura cristiana antigua, es un especialista de los Padres de la Iglesia. Desde 2002, es consultor de la Congregación para la Doctrina de la Fe y forma parte del Comité Pontificio de Ciencias Históricas. Dentro de la congregación, es postulador general para las Causas de los Santos de la Familia Salesiana.
 
- ¿Cuáles son las «Lecciones de Dios» y cuales las de «la Iglesia» sobre la vocación sacerdotal?
- En estos días de Ejercicios, las primeras, las «lecciones de Dios», ocuparán sobre todo las dos meditaciones de la mañana; las segundas, en cambio, la meditación de la tarde. Las «lecciones de Dios», como es sabido, se ejercitan a través de la sacra página, es decir, a través de la Sagrada Escritura, según el método antiguo y venerado de la lectio divina, articulada en sus etapas fundamentales: lectio, meditatio, oratio, contemplatio.
 
Las «lecciones de la Iglesia» pasarán en cambio, en estos ejercicios, a través de la palabra de los Papas y de algunos documentos del Magisterio, ocasionalmente citados; pero sobre todo a través de una de las «lecciones» más importantes que la Iglesia puede dar: la de la santidad sacerdotal,  realizada por algunos modelos insignes. De estos modelos nos ocuparemos en las meditaciones de la tarde, dedicadas a algunos «medallones» de sacerdotes ejemplares.
 
- ¿De qué forma y qué argumentos utilizará para afrontar el lento crecimiento de las vocaciones?
- Los argumentos que afrontaré están ligados a las etapas fundamentales descritas por los relatos bíblicos de vocación: la llamada de Dios, la respuesta del hombre, la misión, la duda, la confirmación por parte de Dios. Este «lienzo» preside también en la intención general de las diversas jornadas: el lunes será la «jornada vocacional»; el martes, la «jornada misionera»; el miércoles, la «jornada penitencial»; el jueves, la «jornada cristológica»; y el viernes, la «jornada mariana».
 
He intentado también elegir los «medallones» en correspondencia con los temas de las diferentes jornadas. Estos son, por orden: san Agustín, el santo Cura de Ars, el cura rural de Bernanos; el venerable Giuseppe Quadrio; el venerable Juan Pablo II.
 
- ¿Cómo se desarrollan los Ejercicios espirituales para la Curia y cuales son las razones que le motivan?
- Los Ejercicios Espirituales tienen lugar en la Curia romana en la primera semana de Cuaresma, desde la tarde del domingo hasta la mañana del sábado. En ellos participan, además del Santo Padre y de la Casa pontificia, los cardenales y superiores de los distintos Dicasterios. Tienen lugar en el Palacio Apostólico, en esa Capilla Redemptoris Mater que el papa Juan Pablo II hizo restaurar de manera extremadamente sugestiva. No dejaré, durante la predicación, de hacer referencia a la decoración mural de la Capilla. Entre otras cosas, sobre la pared del fondo, está representado también el Venerable Juan Pablo II, con la Capilla Redemptoris Mater entre sus manos.
 
Como ya he señalado, la estructura de los Ejercicios está constituida por tres meditaciones, dos por la mañana y una por la tarde: son diecisiete meditaciones en total, incluyendo la de apertura y la de clausura. El motivo de los Ejercicios Espirituales es siempre el mismo, válido para todos los fieles: el de «poner orden en la propia vida», por usar las mismas palabras del gran Maestro de los Ejercicios Espirituales, san Ignacio de Loyola.
 
Pero sobre todo en el clima cultural que nos rodea – y de manera especial en el principio de la Cuaresma – todos los sacerdotes, del Papa hacia abajo, sienten cada año la necesidad de hacer nueva la gracia de su ordenación, y las motivaciones profundas de su servicio a la Iglesia.
 
- ¿Cuáles son, según usted, las causas de la crisis de vocaciones y cuáles los remedios que se proponen?
- Los motivos de esta crisis son bien conocidos. Por una parte, un materialismo desenfrenado, que tiende a aplastar todo anhelo espiritual. Los patrones culturales predominantes – especialmente a través de los medios de comunicación – parecen hacer todo lo posible para hacer «increíble» el proyecto de vida del Crucificado Resucitado.  Por otra parte – pero esto se ve también en la vocación al matrimonio – está la resistencia de muchos jóvenes de hoy a asumir compromisos definitivos. ¿El remedio? El remedio fundamental es el cuidado de la «dimensión contemplativa» de la vida: la oración, los Sacramentos, la meditación, la lectio divina… En segundo lugar, la solicitud educativa para que estos jóvenes tengan «experiencias significativas» de don y de servicio. Solo así podrán darse cuenta de que las promesas del consumismo son engañosas, y que sólo el don de sí apaga verdaderamente su sed de felicidad.
 
Finalmente: me permito pedir a todos losa lectores una intención especial de oración por la semana que empieza. No es que yo quiera dar a toda costa una «buena imagen». Lo que deseo es que estos días de gracia puedan marcar un progreso en la santidad, tanto para los participantes en los Ejercicios como – más en general – para todos los fieles y para todos los hombres de buena voluntad.