«Madrid será una gran fiesta internacional» ha resaltado el purpurado, «con una mayoría de europeos pero también con numerosos jóvenes de África, América Latina y Asia». Para el arzobispo de Madrid, el principal reto será logístico: «Hemos de estar preparados para acoger a dos millones de jóvenes, darles de comer y proporcionarles un lugar para dormir». Aún así, se ha mostrado confiado en solventar este reto, ya que «en Madrid tenemos una capacidad de respuesta muy grande» y experiencia en otras grandes citas con el Papa.
 
El cardenal Rouco se ha mostrado muy agradecido a las administraciones públicas por su colaboración. Además de facilitar espacios ciudadanos e instalaciones públicas, han concedido a la JMJ el carácter de acontecimiento de extraordinario interés público, que concede beneficios fiscales a las empresas que patrocinen la JMJ. La colaboración del gobierno de la nación se extiende a la facilitación de los visados: se está trabajando en fórmulas fáciles y responsables para acoger a personas que provengan de países que necesiten este trámite. «Las relaciones Iglesia-Estado respecto a la JMJ funcionan perfectamente», ha concluido el cardenal.
 
Tras repasar la agenda de actos de la JMJ, el cardenal Rouco se ha detenido en el Via Crucis multitudinario, que tendrá lugar en el paseo de la Castellana, el eje de la capital española. «Será una gran manifestación cultural de la Semana Santa española», y reunirá pasos de gran valor artístico y religioso procedentes de todo el país.
 
La mayor parte de los jóvenes que asisten a una JMJ son católicos pero el evento está abierto a personas de cualquier confesión religiosa y agnósticos. «A todos ellos se les acogerá con respeto, afecto y fraternidad», ha asegurado el cardenal. «La verdad se propone, no se impone», ha subrayado el cardenal parafraseando a Juan Pablo II, que pronunció estas palabras ante los jóvenes en Cuatro Vientos durante su última visita a España en 2003.
 
A varias preguntas de los informadores sobre la situación religiosa de la juventud europea, el cardenal Rouco Varela ha reconocido que es un problema, pero ha añadido: «Soy muy optimista respecto a la juventud europea, no se puede generalizar con que los jóvenes hayan roto con sus raíces cristianas, y en España y en otros muchos países se observa un renacer de la fe en muchos de ellos». Las JMJ, por otra parte, iniciadas hace 25 años, marcan un cambio de tendencia en muchos lugares, y deja huella en la vida de los jóvenes: «Es un hecho casi automático que tras cada JMJ aumentan las vocaciones de vida consagrada o sacerdotales».