Doce años atrás, cuando sólo contaba diecisiete primaveras, Kirstin Holum quedó en un prometedor sexto puesto en la prueba delos 3.000 metros en los Juegos Olímpicos de Pagano de 1998, una marca nada desdeñable en una competición diominada normalmente por atletas más experimentados y mejor entrenados. Pero Holum, que ahora tiene 29 años, es hoy una monja católica que responde al nombre de hermana Catherine Mary y la llamada a la vida religiosa la ha llevado a un convento donde no hay televisión ni Internet donde seguir las competiciones que tienen lugar en Vancuver.
 
Según recoge Kathleen Gilbert, en Life Site News, la causa pro vida, a través del grupo Crossroads cambió su vida. Cada año, los miembros de Crossroads realizan una peregrinación a pie a través de los EE UU ofreciendo su testimonio contra la matanza de los que están por nacer.
 
Jim Nolan, portavoz de Crossroads, ha asegurado a que «lo que no se conoce es que [Holum] “tropezó” con la marcha de Crossroads en 2002 y decidió terminar el camino hasta Washington DC, experimentando una conversión abrumadora a través de su trabajo provida aquél verano». Eso fue lo que la llevó a un convento.
 
En una carta dirigida a los responsables de Crossroads enn 2005, la Antigua deportista escribía: «¡Crossroads cambió mi vida totalmente! Llegué a Crossroads como una cristiana mediocre y confuse y terminé como una entusiasta católica romana»
 
En un artículo de la página de deportes del portal Yahoo! Esta semana, Holum narra el camino que la apartó del deporte que definía su vida desde muy pequeña (su madre Dianne Holum fue una corredora sobre hielo de primer nivel) para dedicar su vida a trabajar con los pobres y los que no tienen casa como hermana franciscana de la Renovación.
 
«Es divertido pensar lo diferente que es mi vida ahora», asegura a Yahoo! «Tuve el maravilloso privilegio de ser capaz de competir como olímpica  y ahora estoy encantada de poder servir a Dios y ayudar a los menos favorecidos». La hermana Holum no pierde la occasion de reseñar que se divierteviendo cómo los más jóvenes se abren a ella después de decirles que fue deportista olímpica.

En las cartas que Crossroads recibe de la antigua patinadora, ella explica que «pasé un momento muy complicado en la Universidad con mi fe». «Así que cuando me gradué y no tenía ganas de hacer nada (¡de verdad!) Dios vio la oportunidad de hacer algo sorprendente a través de Crossroads», explica en la carta. «Nunca había experiemntado tanta alegría», explica sobre su participación en Crossroads. «Tengo que agradecer desde lo más profundo de mi corazón todo lo que hacéis por Crossroads y vuestra intense dedicación pro vida. Sin mi encuentro con Crossroads, ¡quién sabe dónde habría acabado!», exclama. «Crossroads no consiste solo en salvar vidas, es levantar grandes católicos defensores de la vida».