No hay mejor pastoral vocacional que el ejemplo positivo de quienes ya han dado su «sí» a Dios. Es el mensaje que el Papa Benedicto XVI propone para la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones, que se celebrará el próximo 25 de abril.
En el texto el Pontífice afirma que «todo presbítero, todo consagrado y toda consagrada, fieles a su vocación, transmiten la alegría de servir a Cristo, e invitan a todos los cristianos a responder a la llamada universal a la santidad».
En el texto el Pontífice afirma que «todo presbítero, todo consagrado y toda consagrada, fieles a su vocación, transmiten la alegría de servir a Cristo, e invitan a todos los cristianos a responder a la llamada universal a la santidad».
Por tanto, añade, «para promover las vocaciones específicas al ministerio sacerdotal y a la vida religiosa, para hacer más vigoroso e incisivo el anuncio vocacional, es indispensable el ejemplo de todos los que ya han dicho su "sí" a Dios y al proyecto de vida que Él tiene sobre cada uno», informa Zenit.
En especial, el Papa dedica el mensaje a los sacerdotes, dentro del Año Sacerdotal convocado por el 150 aniversario de la muerte de san Juan María Vianney, afirmando la importancia de su testimonio dentro de la comunidad cristiana.
Aunque la vocación es un «don de Dios», explica el Papa, «Dios se sirve del testimonio de los sacerdotes, fieles a su misión, para suscitar nuevas vocaciones sacerdotales y religiosas al servicio del Pueblo de Dios».
En este sentido, destaca tres elementos de la vida sacerdotal que forman parte de este testimonio: la amistad con Cristo, el don de sí mismo y la comunión.
En cuanto a la amistad con Jesucristo, Benedicto XVI afirma que es el «elemento fundamental y reconocible de toda vocación al sacerdocio y a la vida consagrada es la amistad con Cristo». «Si el sacerdote es el ´hombre de Dios´, que pertenece a Dios y que ayuda a conocerlo y amarlo, no puede dejar de cultivar una profunda intimidad con Él, permanecer en su amor, dedicando tiempo a la escucha de su Palabra».
El segundo aspecto es el «don total de sí mismo a Dios», del cual «brota la capacidad de darse luego a los que la Providencia le confíe en el ministerio pastoral, con entrega plena, continua y fiel, y con la alegría de hacerse compañero de camino de tantos hermanos».
«La historia de cada vocación va unida casi siempre con el testimonio de un sacerdote que vive con alegría el don de sí mismo a los hermanos por el Reino de los Cielos. Y esto porque la cercanía y la palabra de un sacerdote son capaces de suscitar interrogantes y conducir a decisiones incluso definitivas», añade el Papa, citando la Pastores dabo vobis de Juan Pablo II.
En tercer lugar, trata sobre la importancia de que el sacerdote sea «hombre de comunión, abierto a todos, capaz de caminar unido con toda la grey que la bondad del Señor le ha confiado, ayudando a superar divisiones, a reparar fracturas, a suavizar contrastes e incomprensiones, a perdonar ofensas».
«Si los jóvenes ven sacerdotes muy aislados y tristes, no se sienten animados a seguir su ejemplo. Se sienten indecisos cuando se les hace creer que ése es el futuro de un sacerdote. En cambio, es importante llevar una vid a indivisa, que muestre la belleza de ser sacerdote», añade.
Esto, concluye el Pontífice, «vale también para la vida consagrada. La existencia misma de los religiosos y de las religiosas habla del amor de Cristo, cuando le siguen con plena fidelidad al Evangelio y asumen con alegría sus criterios de juicio y conducta».
Así, llegan a ser «signo de contradicción» para el mundo, «cuya lógica está inspirada muchas veces por el materialismo, el egoísmo y el individualismo. Su fidelidad y la fuerza de su testimonio, porque se dejan conquistar por Dios renunciando a sí mismos, sigue suscitando en el alma de muchos jóvenes el deseo de seguir a Cristo para siempre, generosa y totalmente».