Josep Miró i Ardèvol, miembro fundador de Convergència Democràtica de Catalunya, exconseller en dos gobiernos de
Jordi Pujol y exportavoz de CiU en el Ajuntament de Barcelona, anuncia en su bloc que abandona la militancia del partido que ayudó a fundar. Manifiesta la incompatibilidad entre estar afiliado a CDC y vivir de forma coherente aspectos básicos del cristianismo, como la defensa de la vida, el matrimonio y los derechos de los padres. “Un católico sólo puede sobrevivir políticamente en CDC si calla”. Lamenta que los simples afiliados puedan ser expedientados por manifestarse contra ciertas posiciones que ni siquiera aparecen en el programa del partido. “Hay un engaño a la buena gente que cree en una CDC que ya no existe”. Texto completo del artículo en su
blog de Forum Libertas: Me doy de baja de CDC: estas son mis razones (I parte) El pasado mes de junio cursé mi baja definitiva de Convergencia Democrática en una carta dirigida a su Secretario General,
Artur Mas. De hecho en un escrito de fecha 6 de marzo ya le había comunicado que me planteaba abandonar mi afiliación como simple militante y que me daba un tiempo de reflexión antes de hacerlo porque no era una decisión fácil. No se deja un trozo de tu vida, dónde hay amistades, afectos, ilusiones, sin más, sin el corazón dolido. Por esto siempre es más cómodo no sufrir y dejar hacer. Pero no sería honesto ni coherente con lo que hago y explico mantener por más tiempo una situación cada vez más confusa, más llena de contradicciones. Entre lo que considero que es fidelidad a mis creencias y el partidismo político no tengo dudas en la opción. Las razones que me traen a esta decisión son el fruto de un proceso que tuvo su culminación en
unos desgraciados hechos durante la pasada campaña electoral, a los que me referí en este blog. Mi alejamiento está exento de todo afán polémico, pero a la vez creo necesario que lo razone, al menos desde las páginas de mi bloc personal. Sería extraño que después de tantos años lo dejara sin dar ninguna explicación. Este es un resumen: 1 . Los hechos sucedidos durante y después de las pasadas elecciones manifiestan la incompatibilidad entre la afiliación a CDC y el querer vivir de manera coherente con lo que la Iglesia propone, especialmente en aquellas cuestiones sobre las que el Papa
Benedicto XVI ha venido insistiendo: la defensa de la vida, el matrimonio, entendido como la unión de un hombre y una mujer, los derechos de los niños a tener padre y madre, y el derecho de los padres a educar a sus hijos de acuerdo con sus creencias moral y religiosas. Hay personas en CDC que se consideran católicas y discrepan de esta apreciación. Como es lógico lo respeto porque en último término es la conciencia la que señala el camino. Dicho esto, añado que desde la razonabilidad de la fe, esta última posición no es nada fácil de fundamentar. La razón de esta afirmación nos conduce al segundo punto: 2 . Un católico sólo puede sobrevivir políticamente en CDC si calla. Si opina y cuestiona lo que públicamente defienden determinados candidatos y cargos electos del partido en relación a materias que desde la pertinencia a la Iglesia no se pueden asumir, es expedientado por falta muy grave. Es mi caso. 3 . Lo que postularon en plena campaña electoral aquellos senadores no forma parte ni del programa electoral ni del programa del partido. Son opiniones personales. Criticarlas no debería significar nada más que esto, la contraposición de unas opiniones personales con otras, porque hacen referencia a algo que nunca ha asumido CDC. Pero no es así. La dirección del partido asume las formulaciones y compromisos personales de aquellos cargos como propias, y considera tan grave el hecho de oponerse que reprime toda crítica . 4 . ¿Cómo es posible que la dirección del partido promueva con su actuación, que determinados candidatos electorales asuman compromisos de legislatura a título personal sobre materias que el partido no contempla en su programa y
los simples afiliados no tengamos ni siquiera el derecho a manifestarnos en favor de otras posiciones? Más aún, cuando son posiciones coherentes con la trayectoria y fundamentos doctrinales de CDC. Y lo afirmo yo, que soy miembro fundador. Hay en todo esto una hipocresía, e incluso un engaño a la buena gente que cree en una CDC que ya no existe. De una parte se dice que hay libertad de conciencia en aquellas materias, por otra se reprimen las opiniones que no asumen la ideología de género. 5 . No pueden obligar, como pretenden, que en el caso del Senado, donde podemos elegir personas concretas, tengamos que dar nuestro voto a aquellos que sostienen propuestas fuera del programa contrarias a nuestras convicciones más profundas. 6 . Quiero subrayar estos puntos: - La dirección del partido considera muy grave que
yo me haya defendido de una brutal crítica que comparaba el derecho de los padres y madres a manifestarse a favor de la familia con “ la noche de los cristales rotos ” de la Alemania nazi, asociándolos así con aquel régimen terrible. A la vez asume y defiende a quien expresó públicamente estos disparates, sin ni plantearse cual es el perjuicio que causa al partido con estas declaraciones. ¿Por qué es malo para CDC defender que las familias se manifiesten a favor del matrimonio y el derecho de los niños a tener padre y madre, y positivo compararlas con “la noche de los cristales rotos” nazi? Porque esta es la conclusión que se desprende de la forma de proceder de la dirección. - Consideran que es lesivo para el partido negar el voto a senadores concretos, haciendo uso de la personalización del voto que otorga esta clase de elecciones, porque postulan propuestas del proyecto del homosexualismo político y la ideología de género, pero no valoran que es malo para CDC que se nos pueda asociar a estas posiciones. ¿Por qué es bueno lo que ha impulsado el PSOE, el PSC,ERC; lo que propugna el Sr.
Zerolo, y perjudicial alinearse con lo que sostienen
Blair,
Clinton,
Jospin,
Obama,
Schroeder o
Veltroni entre muchos otros? Rechazamos la singularidad española porque queríamos ser Europa, y ahora hemos de asumir otra anomalía en nombre de una ideología diferente. Así nos situamos al margen del derecho civil que impera, no ya en Europa, sino en todo el Occidente.