El padre Álvaro Cárdenas es sacerdote desde hace 12 años. Pertenece a la joven y económicamente pobre diócesis de Getafe, en cuyo seminario se formó. Está vivo porque Dios no ha querido llevárselo antes. Tiene mucho que hacer en este mundo, eso está claro.
«Como párroco y responsable de esta parroquia, me enfrento a un reto enorme, que es su restauración. Pero la verdadera y más importante restauración no es la del templo de piedra, sino los templos vivos que son los más importantes», asegura el padre Cárdenas, en referencia los fieles. «Sin esta restauración espiritual, nuestros templos se vaciarán como sucede ya en Europa; se convertirán en piscinas, auditorios o despachos de abogados como pude contemplar con profundo dolor en una iglesia de Amsterdam».
Tras dedicar siete años de ministerio presbiterial en Ciempozuelos, en 2006 fue enviado a la parroquia de san José en Pinto. Allí celebró misa hasta noviembre de 2007 cuando, el deterioro del edificio histórico de construcción neomudéjar llevó al cierre del templo. Edificio del siglo XIX que fue cuartel de la Guardia Civil y Colegio de Guardias Jóvenes Duque de Ahumada antes de desplazarse a su actual ubicación en Valdemoro.
Desde entonces, el padre Álvaro ha celebrado misa en la ermita de san Antón, que también ha tenido que ser clausurada. El pasado 19 de enero, dos días después de la celebración del patrón de los animales, se desplomó a varios centímetros del altar un trozo de la bóveda de la ermita. Por fortuna, el hecho sucedió un tiempo después de haber celebrado misa.
No hacían falta profetas para prever lo que podía pasar. En las últimas semanas, especialmente lluviosas, el padre Álvaro (al que cariñosamente llamaban «hijo del altísmo» en el seminario debido a sus más de dos metros de estatura), tenía que sortear goteras desde la primera persignación hasta el ite missa est. Cuando la lluvia era muy fuerte, «el agua entraba sigilosamente por debajo de la puerta», recuerda apenado.
Para rematar la racha, dos días después del incidente en la ermita, se ha derrumbado casi por completo la bóveda de la iglesia, dos años después de su cierre, pulverizando varios bancos.
Y como está dicho en el Evangelio que donde dos o más se reúnen en nombre de Cristo allí está Él, el padre Álvaro ha trasladado a los sótanos del centro parroquial para poder celebrar entre semana. «Este lugar es incómodo, con problemas de humedades y difícil de acceder para las personas mayores, pero algo es algo», cuenta entre la resignación y la pena el padre Cárdenas.
Para poder oficiar los domingos, algunos bautizos y otros sacramentos, cuenta con la generosidad del templo conventual de las Madres Capuchinas.
Ya a principios de 2007, el padre Álvaro se reunió con el entonces alcalde y escribió al concejal de urbanismo exponiéndoles la grave situación que ahora se ha convertido en dramática. En el mes de octubre, se reunió con la nueva alcaldesa, de quien consiguió que un técnico municipal constatase el estado crítico de las bóvedas, grietas peligrosas en los muros y en la cubierta.
Los resultados de un estudio geodésico conocidos en 2009 fueron demoledores. filtraciones de agua del Centro de Cultura adosado estaban debilitando también el centro parroquial, en cuyos sótanos celebra ahora misa.
Hace un par de días volvió el pádre Cárdenas a hablar con el alcalde, pero no parece que le haya dado muchas esperanzas de colaboración y le ha animadoa insistir a la Comunidad de Madrid. Sin embargo, explica el párroco que «aunque la Comunidad nos ayudase, la parroquia tendría que pagar la restauración del interior: el presbiterio con el retablo, el altar, el ambón de la palabra de Dios, el suelo de la iglesia, la calefeacción, la iluminación, el sonido, las ventanas...».
Ayer por la noche el párroco recibió una comunicación de la Dirección de Patrimonio Histórico de la Comunidad de Madrid indicando que la actuación en esta iglesia tiene que ser contemplada dentro del convenio que tiene la Comunidad de Madrid con la Diócesis de Getafe. «Este convenio es claramente insuficiente, debido al numeroso patrimonio que la Diócesis de Getafe tiene que conservar. En el caso de que se incluyera en el convenio para el siguiente año, probablemente llegaríamos tarde, por el estado tan deteriorado en que se encuentra. La Iglesia necesita una actuación urgente y de caracter extraordinario que no contemplan ni el Ayuntamiento ni la Comunidad». No se como saldemos de esta, pero lucharemos. Un saludo: Álvaro
Por si esto fuera poco, la parroquia está haciendo frente a un crédito que solicitó para la rehabilitación del centro parroquial que terminó en 2003. Aún les quedan casi 41.000 euros a pagar en «incómodos plazos» de 500 euros mensuales que, como dice el padre Álvaro, «terminaremos de pagarlo el día del juicio final por la tarde, cuando el Señor vuelva».
Pues si puede ser antes, mejor. Y sólo hay un modo. Entre todos. Está en sus manos y en la cuenta del Banco de Santander 0049 - 5191 - 35 - 2116214008.
Para ponerse en contacto con la parroquia lo pueden hacer a través del correo electrónico parroqsanjose@gmail.com o en el teléfono 91.692.10.47.
El templo, antes del derrumbe...
Y después de desplomarse la cúpula
«Como párroco y responsable de esta parroquia, me enfrento a un reto enorme, que es su restauración. Pero la verdadera y más importante restauración no es la del templo de piedra, sino los templos vivos que son los más importantes», asegura el padre Cárdenas, en referencia los fieles. «Sin esta restauración espiritual, nuestros templos se vaciarán como sucede ya en Europa; se convertirán en piscinas, auditorios o despachos de abogados como pude contemplar con profundo dolor en una iglesia de Amsterdam».
Tras dedicar siete años de ministerio presbiterial en Ciempozuelos, en 2006 fue enviado a la parroquia de san José en Pinto. Allí celebró misa hasta noviembre de 2007 cuando, el deterioro del edificio histórico de construcción neomudéjar llevó al cierre del templo. Edificio del siglo XIX que fue cuartel de la Guardia Civil y Colegio de Guardias Jóvenes Duque de Ahumada antes de desplazarse a su actual ubicación en Valdemoro.
Desde entonces, el padre Álvaro ha celebrado misa en la ermita de san Antón, que también ha tenido que ser clausurada. El pasado 19 de enero, dos días después de la celebración del patrón de los animales, se desplomó a varios centímetros del altar un trozo de la bóveda de la ermita. Por fortuna, el hecho sucedió un tiempo después de haber celebrado misa.
No hacían falta profetas para prever lo que podía pasar. En las últimas semanas, especialmente lluviosas, el padre Álvaro (al que cariñosamente llamaban «hijo del altísmo» en el seminario debido a sus más de dos metros de estatura), tenía que sortear goteras desde la primera persignación hasta el ite missa est. Cuando la lluvia era muy fuerte, «el agua entraba sigilosamente por debajo de la puerta», recuerda apenado.
Para rematar la racha, dos días después del incidente en la ermita, se ha derrumbado casi por completo la bóveda de la iglesia, dos años después de su cierre, pulverizando varios bancos.
Y como está dicho en el Evangelio que donde dos o más se reúnen en nombre de Cristo allí está Él, el padre Álvaro ha trasladado a los sótanos del centro parroquial para poder celebrar entre semana. «Este lugar es incómodo, con problemas de humedades y difícil de acceder para las personas mayores, pero algo es algo», cuenta entre la resignación y la pena el padre Cárdenas.
Para poder oficiar los domingos, algunos bautizos y otros sacramentos, cuenta con la generosidad del templo conventual de las Madres Capuchinas.
Ya a principios de 2007, el padre Álvaro se reunió con el entonces alcalde y escribió al concejal de urbanismo exponiéndoles la grave situación que ahora se ha convertido en dramática. En el mes de octubre, se reunió con la nueva alcaldesa, de quien consiguió que un técnico municipal constatase el estado crítico de las bóvedas, grietas peligrosas en los muros y en la cubierta.
Los resultados de un estudio geodésico conocidos en 2009 fueron demoledores. filtraciones de agua del Centro de Cultura adosado estaban debilitando también el centro parroquial, en cuyos sótanos celebra ahora misa.
Hace un par de días volvió el pádre Cárdenas a hablar con el alcalde, pero no parece que le haya dado muchas esperanzas de colaboración y le ha animadoa insistir a la Comunidad de Madrid. Sin embargo, explica el párroco que «aunque la Comunidad nos ayudase, la parroquia tendría que pagar la restauración del interior: el presbiterio con el retablo, el altar, el ambón de la palabra de Dios, el suelo de la iglesia, la calefeacción, la iluminación, el sonido, las ventanas...».
Ayer por la noche el párroco recibió una comunicación de la Dirección de Patrimonio Histórico de la Comunidad de Madrid indicando que la actuación en esta iglesia tiene que ser contemplada dentro del convenio que tiene la Comunidad de Madrid con la Diócesis de Getafe. «Este convenio es claramente insuficiente, debido al numeroso patrimonio que la Diócesis de Getafe tiene que conservar. En el caso de que se incluyera en el convenio para el siguiente año, probablemente llegaríamos tarde, por el estado tan deteriorado en que se encuentra. La Iglesia necesita una actuación urgente y de caracter extraordinario que no contemplan ni el Ayuntamiento ni la Comunidad». No se como saldemos de esta, pero lucharemos. Un saludo: Álvaro
Por si esto fuera poco, la parroquia está haciendo frente a un crédito que solicitó para la rehabilitación del centro parroquial que terminó en 2003. Aún les quedan casi 41.000 euros a pagar en «incómodos plazos» de 500 euros mensuales que, como dice el padre Álvaro, «terminaremos de pagarlo el día del juicio final por la tarde, cuando el Señor vuelva».
Pues si puede ser antes, mejor. Y sólo hay un modo. Entre todos. Está en sus manos y en la cuenta del Banco de Santander 0049 - 5191 - 35 - 2116214008.
Para ponerse en contacto con la parroquia lo pueden hacer a través del correo electrónico parroqsanjose@gmail.com o en el teléfono 91.692.10.47.
El templo, antes del derrumbe...
Y después de desplomarse la cúpula