En una ponencia en el Sínodo General en Londres, el arzobispo de Canterbury, Rowan Williams pidió al clero que se escuche a sí mismo y reconozca la importancia de la unidad dentro del cristianismo en lugar de buscar una posición de «auto-adulación». «Ciertas decisiones tomadas por algunas provincias impactan tanto en la conciencia y misión de otros que la unión entre colegas termina por tensarse o se rompe y la confianza de destruye», destacó. «El efecto actual de esto es el caos», dijo.

Williams lucha por mantener a la comunión anglicana unida tras profundas diferencias por la ordenación de mujeres obispos en Gran Bretaña y obispos homosexuales en Estados Unidos, informa Ansa.
 
Esta semana, un grupo de 50 reverendos protestantes agrupados en el organismo religioso Reform advirtió que consagrar a mujeres obispos «será un error» que provocará un éxodo de seminaristas y futuros prelados anglicanos. En noviembre, el papa Benedicto XVI facilitó a los anglicanos insatisfechos con las políticas liberales del Protestantismo, especialmente sobre homosexuales y obispas, para que se conviertan al catolicismo. La Comunión Anglicana surgió tras la separación del Catolicismo en el siglo XVI, cuando el papa Clemente VII le negó al rey Enrique VIII el divorcio de Catalina de Aragón.

La Iglesia de Inglaterra es la llamada «Iglesia madre» de la Comunión Anglicana mundial, que cuenta con al menos 77 millones de fieles. La Iglesia católica, por su parte, posee unos 1.100 millones de seguidores en todo el mundo.