Ahora le vemos ahora hacer de mendigo en el supermercado de  La tira, en La Sexta, pero los que le lanzaron a la fama fueron los siete años de Siete vidas, en Telecinco, interpretando al entrañable frutero de una de las series de mayor duración e impacto entre las recientes producciones españolas. Santi Rodríguez, malagueño de 44 años, casado, padre de dos hijos, borda ese papel de personaje cercano, al que sabe revestir de una peculiar comicidad.

Nunca ha ocultado sus simpatías hacia el Opus Dei, que proceden de su afecto a la figura de San José María Escrivá de Balaguer. Así lo confiesa a Gonzalo Altozano, director de Alba, en el último número del semanario de Intereconomía: «Le tengo mucho cariño. Me viene de mis padres, que son de la Obra; del colegio, del que guardo un recuerdo maravilloso...»

Aclara que no pertenece a la institución, pero le gusta «ir de transgresor» y ver la cara que ponen algunos cuando le preguntan qué libro está leyendo: la biografía del santo de Barbastro. Pero es que, lamenta, manifestarse cristiano es ya «una forma de transgresión... Así están las cosas».

En ese sentido, compara a los católicos con los seguidores del Atlético de Madrid, «orgullosos de nuestro club... pero callados». Él ya no: «Antes medía más las cosas, me preocupaba el qué dirán. Ahora si me aceptan como soy, bien. Y si no, peor para ellos.»