Monseñor Munilla realizó estas reflexiones durante el encuentro de Oración por la Paz que presidió al mediodía en la Catedral del Buen Pastor de la capital guipuzcoana, enmarcado en la Semana de la Paz que la Diócesis de San Sebastián celebrará, bajo el lema «Por una educación y una vida orientadas hacia la paz», desde este viernes hasta el 10 de febrero, y en el que tomaron parte centenares de alumnos de cuarto de la ESO de 15 centros escolares cristianos de San Sebastián integrados en la red Kristau Eskola, que engloba a 57 centros religiosos en Gipuzcoa, a los que acuden 27.000 menores.
 
Durante este encuentro, en el que se lucieron pancartas con lemas como «Paz» o «Respeto», y después de una representación sobre la paz a cargo de un grupo de escolares, un rap por la paz y la proyección de un pasaje de la adúltera del Evangelio, Munilla lamentó que la «discriminación machista» que «carga en pecado» a la mujer adúltera y no al hombre con quien comente el adulterio, sigue vigente hoy en día cuando la mujer en este tipo de situaciones «es percibida como una fulana» mientras al hombre se le ve como «un cazador con éxito».
 
 «¿No ocurre eso acaso entre nosotros?», se preguntó. A su juicio, uno de los «grandes sufrimientos de la mujer ha sido el no ser amada, el ser utilizada». «Cuando en esta cultura machista hemos divorciado el sexo del amor, con mucha frecuencia ha ocurrido que la mujer ha sido utilizada como un objeto de usar y tirar, como si fuese un “kleenex”, alguien a quien se pone precio», denunció. Frente a ello, recordó que Jesús pretende enseñarnos a «amarnos con respeto», informa Europa Press.
 
Por otro lado, el obispo donostiarra ofreció a los jóvenes presentes una serie de «consejos de aplicación práctica para la paz en nuestras familias», para que «no haya violencia doméstica» y para evitar que «quienes son una paloma en la calle, se conviertan en un lobo en casa».
 
En este sentido, opinó que hay que «cambiar del tú pecador al yo pecador» y advirtió de que el hecho de que seamos familia no supone que tengamos derecho a «poseernos unos a otros» puesto que «no somos dueños de los demás».
 
Además, consideró que para que «una familia funcione» hay que «decir muchas veces perdón, por favor y gracias» y añadió que el hecho de tener vínculos familiares, no puede llevarnos a creer que podemos «exigir todo» a nuestra familia y «creerse con derecho a todo».
 
Finalmente, afirmó que «la paz tiene rostro de mujer, el de María» y por ello «hay que invocarla cuando veamos situaciones de violencia», porque así se obtendrá «ese don de ser testigos de la Paz». Los centros escolares de Kristau Eskola que no pudieron asistir a este acto se sumaron al mismo con diversas actividades y lecturas de manifiestos por la Paz.