El Gobierno vuelve a poner la esfera privada de los individuos en la mira de sus políticas. El instrumento que ha elegido esta vez para ello es la llamada Estrategia Nacional de Salud Sexual y Reproductiva, un documento de 192 páginas que el Ministerio de Sanidad tiene previsto presentar la próxima semana a las comunidades en la Comisión Delegada del Consejo Interterritorial –el máximo órgano de coordinación sanitaria autonómica– que se celebrará en Madrid. En él, aborda los aspectos generales en materia de salud sexual, describe «la situación de la salud sexual y la anticoncepción en España», y esboza «objetivos y recomendaciones» para su ejecución.
El texto, al que ha tenido acceso LA RAZÓN, dice sostenerse en dos pilares: «Por un lado, en el Plan de Calidad del Sistema Nacional de Salud» y, por otro, en el polémico proyecto de Ley del Aborto que se está debatiendo en el Parlamento», conocido también como «ley Aído». En el apartado relativo a la salud sexual y reproductiva desde un enfoque de género, Sanidad denuncia que «los estereotipos de género acerca de lo que es ser hombre o ser mujer en nuestra sociedad tienen graves repercusiones para la vivencia de la sexualidad de un modo placentero», y asegura que «la visión de la sexualidad femenina en la historia occidental se resume en dos figuras opuestas: una ligada a la procreación y otra al erotismo».
«Alrededor de la primera se construye la maternidad como ‘‘natural’’, como centro positivo de la feminidad de todas las mujeres, como el deber ser, como la forma en que la mujer se realiza y se construye como madre. Por el contrario, la figura ligada al erotismo quedaría reservada para un grupo menor de mujeres, aquellas consideradas como ‘‘malas mujeres’’ que se ocupan de dar placer al otro». En ambos casos, dice Sanidad, parafraseando a Lagarde, «el cuerpo de las mujeres es para otros».
El Ministerio añade en este apartado «doctrinal» del documento que «no es de extrañar pues que las mujeres hayan tenido y tengan que vivir el sexo de un modo justificado. Así, antes se significaba la sexualidad mediante el matrimonio sublimando la trascendente misión materna, mientras que en la actualidad se exige en cambio su dignificación mediante el amor romántico». La conclusión a la que llega el departamento de Trinidad Jiménez es que resulta «necesario revisar el concepto del rol reproductivo de las mujeres, introduciendo su derecho a una salud sexual y reproductiva plena».
En este sentido, establece como objetivo general «promover una salud sexual vivida de una manera integral, autónoma, diversa, igualitaria, placentera y respetuosa, a lo largo de la vida, en donde los derechos sexuales y reproductivos de mujeres y hombres queden garantizados, asegurando unos servicios accesibles y una atención de calidad, contribuyendo de esta manera a mejorar el bienestar de la ciudadanía».
El departamento que dirige Jiménez introduce aún más carga ideológica a su documento al cuestionar la «heterosexualidad como norma y con fines reproductivos», citando para ello como ejemplo la propia ley española de bodas gays. También enumera los cambios en los modelos de familias, lo que ha llevado, apunta, a que «hoy en día existe una gran pluralidad de ellas que no tienen necesariamente como fin último la reproducción». Además, recuerda la liberalización de la venta de los anticonceptivos de emergencia con el objetivo de «facilitar el acceso a la píldora a todas las mujeres que la necesiten, independientemente de su lugar de residencia y en el plazo para garantizar su eficacia».
El documento de Sanidad se detiene también en la atención al parto y defiende en este sentido la lactancia materna de los recién nacidos «como la opción más saludable para su alimentación, teniendo en cuenta las circunstancias de la madre». Asimismo, se detiene en las ecografías, y recomienda a los profesionales informar de que, para el cribado de anomalías estructurales, la ecografía 3D no demuestra ventaja sobre la ecografía convencional en dos dimensiones.