(ReL) Los medios, la solidaridad, la política, la ecología y el arte. Nada se libra de la desmitificación que Javier Barraycoa hace en "Los mitos actuales al descubierto".
Usted presenta un libro rompedor intentando desmitificar los iconos que nos proponen los medios de comunicación ¿qué juicio le merecen éstos?
Los medios son precisamente eso, lo que se pone “en medio”, entre la realidad y el espectador. Los mecanismos de configuración de una pseudorealidad por parte de los medios son hoy más potentes que nunca. De hecho, este libro es una propuesta para desmitificar críticamente aquello que tenemos asentado como verdadero, pero que apenas soporta un análisis mínimamente crítico. Lo peor es que todos sabemos que los medios deforman la realidad, pero nadie quiere darse por enterado. Aceptamos el engaño tal y como es, pues es infinitamente más cómodo que ponerse a pensar o a investigar.
¿Qué ha cambiado en el periodismo actual?
No se trata simplemente de la sofisticación de las formas de manipulación a la que hemos llegado. En los últimos tiempos ha aparecido un fenómeno nuevo: el periodista compulsivamente mentiroso. El hecho no es muy conocido pero, cada vez más, jóvenes periodistas han sido capaces de inventarse artículos simplemente por conseguir fama. Hay casos de periodistas que han llegado a ganar premios con reportajes falsos. Todo ello se debe a la cultura dominante: ganar fama y dinero, rápido y sin esfuerzo.
¿Es cierto que la corrección política es una ideología?
En el libro analizo el origen de la corrección política y sus implicaciones. Los fracasos por realizar una revolución política y social han llevado a intentar hacer una revolución lingüística. Lo dramático de la corrección política es que no cambia nada, simplemente la “reconstrucción icónica” de la realidad. Por llamar a un paralítico discapacitado, no le conferimos más movilidad. El que paga el pato con la corrección política es el lenguaje, pues se quiere transformar simplemente por decisión política. Y no hay nada peor para una cultura que violentar su propio lenguaje, causa esquizofrenia cultural.
¿Qué tiene contra las ONGs?
En principio nada. Pero lo paradójico es que muchas organizaciones que se autodenominan no gubernamentales, viven de las subvenciones estatales. En el mundo de las ONGs hay de todo. Algunas son excelentes y meritorias. Otras son meros entramados organizativos financiados para conseguir fines políticos o ideológicos. Hay Estados que ya no financian guerrillas sino ONGs, pues se han dado cuenta que es un método más eficaz para influir en la política exterior. Otro de los dramas de las ONGs es su burocratización, esto es, la pérdida de energías en mantener la propia organización en vez de extender las ayudas. También muchos países del tercer mundo se quejan de “amateurismo” o “intrusismo”. Estas falsas ONGs dificultan, en el fondo, el trabajo de las verdaderas ONGs.
Dedica unos capítulos de su libro al arte contemporáneo, ¿se puede decir que existe actualmente el arte?
El arte representa la construcción icónica por excelencia. Analizar el arte que emana de una cultura nos manifiesta, de forma sutil, la quintaesencia de esa cultura. Por eso, respecto al arte contemporáneo hay que decir que ya no es arte, sino –en su inmensa mayoría- una tomadura de pelo. El mundo económico domina el arte y se ha empapado de los tics burgueses que tanto pretendía criticar. La extravagancia, el afán de escándalo, lo mórbido, se han apoderado del arte. Un análisis atento de las tendencias artísticas nos alertan de un espíritu autodestructivo en el arte que se está extendiendo a toda la cultura occidental.
El capítulo más polémico de su libro puede ser el dedicado a los orígenes del genocidio...
Sí, pero leído atentamente el lector se sorprenderá. El problema del genocidio no fue un problema simplemente alemán. Una parte muy importante de la cultura occidental era, mucho antes que Hitler, antisemita y profundamente racista. El racismo se revistió de científico y muchos, a lo largo de finales del XIX y principios del XX, lo defendieron como la tesis más moderna y científica. En los países más democráticos como Inglaterra, Francia o Estados Unidos, hubo mucho racismo disfrazado de eugenesia y evolucionismo social. Hoy nos plantean las tesis de Darwin y las de Hitler como cosas diferentes, pero históricamente se entrelazaron bajo capa de cientificidad.
En su libro nos muestra una cara poco amable de ciertos grupos ecologistas, eso es ganarse enemigos...
Con el ecologismo pasa lo mismo. No podemos tener una visión “unívoca” del mismo. Es un fenómeno complejo y lleno de sorpresas. Desde el ecologismo amable y capitalista –el de los consumidores de ecologismo-, hasta la aparición del eco-terrorismo, podemos encontrar de todo. En Estados Unidos, por ejemplo, hay un movimiento para la extinción voluntaria de la humanidad. Este grupo se plantea dejar de tener hijos para extinguir la especie humana y salvar así el planeta. Lo peor viene cuando uno se adentra en los entramados financieros y políticos de ciertas organizaciones ecologistas. Entonces uno comprende por qué tienen tanta fuerza hoy en día.
El mito de la ciencia ¿qué connotaciones tiene?
Le dedico un capítulo a la ciencia porque parecería que es un ámbito donde el fraude y el engaño están excluidos. Pero no es así. En el mundo de la ciencia también se ha instalado el engaño y la mitificación. Las etiquetas de los productos, por ejemplo, se llenan de términos “científicos” que, en realidad, nada significan; es mero marketing. Los telediarios, para reforzar su autoridad, recurren frecuentemente a la construcción icónica del “experto” o del científico. La competitividad científica lleva a que muchos jóvenes científicos busquen “atajos” a través del fraude. En este capítulo reviso también algunos fraudes históricos que hoy se han perpetuado como verdades científicas.
¿Por qué podemos hablar de “mitologías sexuales”?
El tema del sexo es complejo y exigiría un libro aparte. Hoy parece que la homosexualidad es reivindicada propiamente desde la izquierda, pero en un principio no fue así. El leninismo y especialmente el estalinismo se cebaron con los homosexuales. Una generación entera de poetas rusos homosexuales fue exterminada por el KGB, al igual que tampoco gozan de buena fama en la actual China, Corea del Norte o Cuba. Igualmente pasa con el feminismo, Lenin excluyó las tesis feministas del programa del Partido comunista porque pensaba que buena parte de lo que defendían era un tic burgués. En el Manifiesto comunista, de Marx y Engels, la mujer no es siquiera mencionada. Sin embargo, por la misma época, piadosas mujeres metodistas, en Estados Unidos, iniciaban la reivindicación del derecho del voto a la mujer. El feminismo tiene una historia apasionante, plena de conflictos internos y tesis opuestas.
¿Este es un libro definitivo para “desmitificar” la modernidad?
No. Sinceramente creo que es un principio, pues muchísimas cuestiones se han quedado en el tintero. Es asombrosa la capacidad que ha tenido nuestra cultura de engendrar una visión de sí misma tan falseada. Posiblemente, buena parte de los problemas de Occidente se derivan de la incapacidad por adentrarse en lo que realmente fue y en no dejar de autocontemplarse en lo que no ha sido.