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Darío Menor/La Razón) Confirmando los insistentes rumores de los últimos días, finalmente los lefebvrianos han dicho «no» a la oferta de la Santa Sede para volver a la Iglesia católica. Aunque no se niegan a continuar con el diálogo, los miembros de la
Fraternidad San Pío X, en la que se agrupan los seguidores del arzobispo francés
Marcel Lefebvre, no han aceptado las cinco condiciones que el Vaticano les propuso para reintegrarse en la comunión con Roma. Según informó ayer en un comunicado la agencia francesa I Media, los fieles del cismático
Lefebvre se han negado a aceptar la oferta por la «precitación» de la misma y porque las cinco exigencias tienen un «carácter vago». Esta comunidad exige además a
Benedicto XVI que retire la excomunión que pesa sobre los obispos de la
Fraternidad San Pío X. Las conversaciones entre los seguidores de Lefebvre y la Santa Sede comenzaron a principios del mes pasado cuando el cardenal
Darío Castrillón Hoyos, presidente de la
Comisión Pontificia «Ecclesia Dei», mantuvo una entrevista con la máxima autoridad de los lefebvrianos, el obispo
Bernard Fellay. Ambos trataron el documento en el que el Vaticano explicaba sus condiciones para aceptar la vuelta de esta comunidad a la Iglesia católica y señalaba el 30 de junio como fecha límite para comunicar una respuesta. Las condiciones fueron calificadas como «generosas» por varios analistas vaticanos. Los cinco puntos de la oferta de la Santa Sede, que desveló el diario italiano «
Il Giornale», eran: dar «una respuesta proporcionada a la generosidad del Papa», «evitar cualquier intervención pública que no respete la persona del Santo Padre y que pueda ser negativa para la caridad eclesial», evitar «la pretensión de un magisterio superior al del Santo Padre y no proponer la Fraternidad como contraposición a la Iglesia», «demostrar la voluntad de actuar con honradez en la plena caridad eclesial y en el respeto de la autoridad del Vicario de Cristo» y, por último, «respetar la fecha, fijada para finales de junio, para responder positivamente» Desde que fue nombrado Papa hace poco más de tres años,
Benedicto XVI ha realizado varios intentos para acabar con el cisma lefebvriano, que se consumó el 30 de junio de 1988. El primer gesto tuvo lugar tres meses después de ser elegido obispo de Roma, cuando recibió en audiencia a monseñor
Fellay, líder de la
Fraternidad San Pío X. Posteriormente, el Pontífice dio luz verde al cardenal
Castrillón Hoyos para que celebrara una misa según la liturgia tridentina. Era la primera vez tras el Vaticano II que un purpurado utilizaba este rito. La liberalización de las misas por el rito extraordinario fue vista como un nuevo gesto de concordia hacia los lefebvrianos. ------------
Monseñor Fellay, póngase a la cola. Por
Luis Fernando Pérez