La perspectiva sociológica-económica la ha tratado Juan Velarde, quien ha hecho un breve recorrido por el transcurso de la historia atravesando las diversas revoluciones que han hecho un cambio en la humanidad.
 
En su ponencia ha advertido del materialismo al que está sometido la sociedad actual, y ha opinado que «la riqueza da lugar a una sociedad masificada». Situación que predecía Keynes, quien afirmaba que la demagogia es una forma de degeneración intelectual y da lugar a una sociedad descristianizada. Todo ello lleva a una involución ya que «el progreso del ateísmo está llevando a una situación que genera incompatibilidad con el desarrollo». Con lo que «la posibilidad de que exista una cultura atea es la posibilidad de volver atrás», ha afirmado Velarde. Y ha proseguido «es imposible plantear un desarrollo serio aprovechando la tecnología si no se ponen en vanguardia valores relacionados con la vida humana, lo que no quiere decir que desde un punto de vista teórico sí pueda haber una cultura atea».
Vivimos en un período donde se hace patente en la humanidad un crecimiento de falta de creencia religiosa. La sociedad avanza, y se hacen evidentes nuevas «creencias», soportes con los que coexistir, como la tecnología. Muchas personas se escudan en el pretexto de que la existencia de Dios no se puede probar, «problemas indecidibles» explica Laíta, pero como también ha mencionado, que «hay igualmente una indecibilidad en la base de la ciencia», ya que no todo lo que hay en este campo puede mostrar su existencia, no todo puede ser demostrado. Pero, ha incidido, «Dios es nuestro Padre» y al mismo tiempo ha expresado «Dios nos da fuerzas y luz para salir adelante en situaciones difíciles».
 
Por otra parte ha mencionado y criticado que algunos políticos digan lo que es ciencia a la hora de decir qué es una vida humana: «Llevo cincuenta años dedicado a la ciencia y no sé lo que es científico o no. No puede venir una ministra y decir lo que es científico», ha dicho en relación a cuando un feto es una vida humana.
 
Según Nombela, «prescindir de la trascendencia religiosa no es pensable en un concepto de actitud actual. Otra cosa es la postura que tome cada cual». Y es que, como ha afirmado el catedrático «no hay espacio para el miedo a conocer». En este sentido, no quiere decir que sea el ámbito de la fe el único que tener en cuenta y lo único que existe. «Ciencia y religión son dos caminos para buscar la verdad». Pero hay que tener en cuenta que «la ciencia puede responder las preguntas del conocimiento pero no del sentido». Así, unos optan por creer en una trascendencia suprema y otros creer en Dios. No obstante se ha establecido un «nuevo ateísmo» que «pretende imponerse con pretensiones científicas que se han puesto de moda», ha opinado Nombela. Como no se ha demostrado científicamente la existencia de Dios, no ven una posibilidad de tenerle presente, sin embargo, «pretenden recoger los valores de la religión cristiana».
 
Así, ciencia y religión no son excluyentes: «Los creyentes tenemos que tener en cuenta que profundizar en ambos caminos es hacerlo en la verdad».
 
César Nombela también ha citado la tecnología, ya que «ha supuesto en el sistema biológico intervenir en sus características». Lo que está claro es que «la vid humana es un valor fundamental que no se puede transgredir». En definitiva, ha afirmado que «la propuesta de los creyentes es enriquecedora. No se renuncia a la racionalidad».
Por su parte, Tello ha abordado el tema desde una perspectiva física, matizando que «la vida del hombre moderno está influenciada por la técnica». Pero esto no puede cambiar la manera de ver las cosas. Durante épocas se ha mantenido una forma de afrontar la realidad. «Hace siglos era normal creer en una realidad trascendente. Lo que no era normal era no hacerlo». Y critica, «ahora la realidad no es esa para parte de la gente al no ser la religión sugerente para ellos».
 
Una vez más, ciencia y religión no pueden estar reñidas, ya que «tienen que estar dispuestas al diálogo». Según Tello, son las civilizaciones más avanzadas las que han creado esta desavenencia entre ciencia y religión. Y es que, como han manifestado sus compañeros, «la irrupción de la tecnología hace que haya numerosas posibilidades para prescindir de los Dioses». «Vivimos en un mundo lleno de tecnología. Y eso hace que la ciencia la ciencia parezca que responde a todas las preguntas y entonces se pregunta una parte de la gente si la religión no es necesaria, para qué la queremos».
 
No sirve decir que la religión no existe al no ser realidad por que «la interpretación de la realidad es en sí una interpretación, por lo que siempre va a generar un conflicto». Y reconoce Tello, que la fe y religión no pueden estar en conflicto pero «existe un miedo de la Iglesia en cuanto no fiarse del todo de la ciencia». Ante todo, «son las personas, muchas veces, no los contenidos, los que hacen uso de los conocimientos de la ciencia y la religión».
 
Fuera de interpretaciones individuales, «lo que es un error es considerar que la interpretación de la realidad de cada uno es el planteamiento único».  En conclusión, Tello ha incidido en que «la ciencia y tecnología necesitan la visión de la religión y ésta necesita la tecnología y la ciencia para reflexionar sobre datos reales».