Seminaristas de Haití han quedado abandonados a su suerte después de que el terremoto destruyera su seminario y en el pánico tuvieran que encontrar un techo donde cobijarse. En el seminario nacional de Puerto Príncipe, antes del seísmo, había algo más de 250 estudiantes. Ayuda a la Iglesia Necesitada, preocupada por su suerte, informa de que en el país han muerto al menos treinta seminaristas, pero no sólo diocesanos, sino también religiosos.
El 17 de enero, el obispo de Fort-Liberté, monseñor Chibly Langlois, en un mensaje dirigido a esa asociación pontificia revelaba lo que vieron las personas que él envió para recoger a dieciséis seminaristas a la capital.
Uno de los seminaristas había pasado dos días y medio bajo los escombros -cuenta el prelado-. Otro estaba herido. Otros tres estaban bajo shock y necesitaban tratamientos particulares. He enviado dos seminaristas a la República Dominicana para que se sometan a exámenes médicos imposibles en Fort-Liberté».
Uno de los seminaristas había pasado dos días y medio bajo los escombros -cuenta el prelado-. Otro estaba herido. Otros tres estaban bajo shock y necesitaban tratamientos particulares. He enviado dos seminaristas a la República Dominicana para que se sometan a exámenes médicos imposibles en Fort-Liberté».
«Además -sigue diciendo monseñor Langlois-, los seminaristas no han podido recuperar nada de lo que poseían. Esto significa que por nuestra parte es necesario no sólo ofrecer asistencia médica, sino también ayuda financiera para que puedan comprarse ropa de recambio y otros bienes de primera necesidad».
Ante esta situación, según informa a ZENIT Xavier Legorreta, responsable de las ayudas para América Latina de Ayuda a la Iglesia Necesitada, una de las urgencias será ofrecer los medios necesarios para reconstituir la comunidad de los seminaristas.
Con este motivo, la asociación ha enviado 100 mil dólares (unos 70 mil euros), que servirán para acoger a esta comunidad de seminaristas y responder a sus necesidades. Esta ayuda da continuidad a un primer donativo de 70 mil dólares (50 mil euros), destinado a intervenciones de emergencia. La misma asociación ha anunciado que pronto destinará más ayudas.
Ayuda a la Iglesia Necesitada responde de este modo a un desesperado llamamiento lanzado por el arzobispo de Cabo Haitiano, monseñor Louis Kébreau, presidente de la Conferencia Episcopal de Haití. La institución coordina su obra de asistencia con el nuncio apostólico en Haití, el arzobispo Bernardito Auza, quien está haciendo llegar las ayudas desde Santo Domingo, la capital de la vecina República Dominicana.
Monseñor Auza ha enviado a Ayuda a la Iglesia Necesitada una lista de las pérdidas más graves que ha experimentado la Iglesia en el país. Prácticamente las 80 parroquias de la arquidiócesis de Puerto Príncipe y sus capillas (unas cuatro por parroquia) han quedado destruidas. «¡Estamos hablando de unas 320 capillas!», explica Legorreta al dar una idea de la enorme tarea que ahora tiene por delante la Iglesia local, que ha perdido al arzobispo de Puerto Príncipe y a su vicario general. Ante las enormes necesidades, el nuncio apostólico confiesa: «No logro multiplicar mi saco de arroz».
Legorreta está preparando una misión de Ayuda a la Iglesia Necesitada para las próximas semanas a Haití para analizar cómo es posible responder a la situación de los seminaristas, así como otras necesidades dramáticas de la Iglesia en el país.